Fue, la del domingo, la elección más grande de cuantas se han realizado en el México moderno.
También, volvieron a predominar, la soberbia y la ambición de los pseudo líderes de los partidos nacionales.
Fue tanta su pereza, que, en vez de trabajar unidos para postular a un candidato o candidata profesional, se fueron por la fácil, creyendo que una persona, con una fama efímera, producto de un arrebato, eso sí, mediático, que recibió apoyo y simpatía de los ciudadanos, en su momento, sería la candidata ideal.
Ya “resuelto” el principal problema, los caraduras, se tiraron a la hamaca y a escoger a sus familiares y amigos, para acomodarlos en las diputaciones, senadurías, y demás cargos de elección, en todo el país.
Y, mientras contemplaban plácidamente, las aventuras y ocurrencias de la candidata, el viejo lobo de mar, el abusivo y violador de la Constitución, López Obrador, comenzó a tejer su estrategia para encumbrar y hacer ganar a Claudia. De hecho, López, fue el coordinador de la campaña de Sheimbuam, desde su mañanera, valiéndole, puritita madre, las denuncias y las guangas advertencias de su empleada, Guadalupe Tadei, Presidenta del INE.
Como en el cuento, la advertencia de, “ahí viene el lobo”, repetida cientos de veces, fue desestimada y, cuando de veras llegó, estaban comiendo mocos lo innombrables dirigentes y, buena parte de los analistas serios, así como buen parte de la sociedad.
Como ya lo había advertido, en algunas de mis aportaciones de “Será Verdad”, en Coahuila, se siguió repitiendo la misma historia de hace más de veinte años. No se renovaron los cuadros y fueron designados, como candidatos, a muchos cartuchos quemados y a jóvenes, que por ser bonitas, creen que eso vale mucho en estos tiempos, en que la sociedad ha despertado de golpe y ya no se deja engañar.
Dura lección para los partidos, sobre todo, al Revolucionario Institucional.
Se acabó la era de los carros completos. La soberbia, me consta, es muy mala consejera.