POR: SAMUEL AGUILAR SOLÍS
La amenaza del presidente de los Estados Unidos de América, Donald Trump, de imponer aranceles a todas las exportaciones mexicanas ha quedado en suspenso cuando menos por un tiempo, y esto lo sabemos por el mismo Trump, porque la delegación mexicana no expresó eso en su comunicado hasta 48 horas después de que Trump hiciera público en un twit que el compromiso expresaba un tiempo para la implementación del bloqueo de migrantes en la frontera sur de nuestro país.
El gobierno mexicano tiene 45 días para demostrar de manera fehaciente a los ojos de Trump que está haciendo lo que se comprometió ante el gobierno norteamericano: frenar la migración que vía Centroamérica, no solo de ese llamado “triángulo norte” (Honduras, El Salvador y Guatemala), está cruzando nuestra frontera para llegar a los Estados Unidos de Norteamérica, sino también de Cuba, África e India, a saber.
El acuerdo en esta parte migratoria echa por tierra la política que el presidente López Obrador, había expresado de bienvenida y hasta la concesión de visas de trabajo a los migrantes, para convertirnos de facto en el “muro militarizado” para frenar los flujos migratorios a Estados Unidos y que Trump, desde 2016, había venido pregonando y mantiene en su discurso nativista rumbo a su reelección en el 2020; pero no solo es el freno del flujo migratorio en nuestra frontera sur, sino que ahora aquellos que busquen asilo en los Estados Unidos de América tendrán que esperar en nuestro país comprometiendo a México a darles educación, salud y trabajo por el tiempo que dure el trámite y sin la seguridad de que serán admitidos en el país del norte.
Aunque en nuestras fronteras (sur y norte), están sus habitantes de alguna manera acostumbrados a convivir con migrantes, el auge de los últimos meses ha llevado a situaciones de conflicto y de protesta por esta situación, amén de que sin duda, dada la cantidad que ahora está presente, la falta de infraestructura y servicios para su atención agudizan el problema que de continuar está dinámica pudiera llevar a una crisis humanitaria.
Ahora bien, el despliegue de los 6 mil soldados de la Guardia Nacional a la frontera sur no sólo genera la imagen de militarización, sino que la pregunta es si sólo estarán temporalmente, o los 45 primeros de la evaluación del convenio o quedarán para siempre, porque cualquiera que sea la respuesta esto implica un gasto de la logística en su permanencia en la frontera sur de México, y más si es permanente, tenemos entonces que hablar ya de infraestructura también, y el problema es que eso no está contemplado en el presupuesto de egresos de la federación, y si es así, cualquiera que sea el monto de algún lado habrá de salir y ese será un recorte presupuestal de otras áreas, y ahí es donde está el otro problema, el horno no está para bollos.
Además hay que presupuestar el costo de los servicios que México dará a los migrantes mientras esperan la resolución de las autoridades norteamericanas.
Desde su campaña en 2016, Trump señaló a México como el responsable de la llegada de migrantes a su país a quitarles las oportunidades de empleo a los norteamericanos, de que los crímenes y el alto consumo de drogas en Norteamérica era porque los migrantes generaban inseguridad, violencia y eran los responsables del tráfico de droga y que el desempleo era también producto de la globalización y por el Tratado de Libre Comercio varias empresas norteamericanas se habían deslocalizado de Estados Unidos para venir a México y, por todo ello, al llegar a la Casa Blanca echaría por tierra el TLC y construiría un muro para impedir la llegada de migrantes a los Estados Unidos.
Hoy, de cara a la búsqueda de su reelección, Trump mantiene intacto su discurso pero ahora ha cerrado el puño y ha hecho verdaderamente una situación de crisis su amenaza de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas hasta hacernos ver como los guardianes de sus dichos para regocijo de sus electores.
La imposición de aranceles, aunque tendría que pasar por el Congreso Norteamericano, y suponiendo que de manera unilateral se hiciera (puesto que la amenaza por parte de Trump continúa), entonces el Tratado de Libre Comercio de América del Norte no existiría más para desgracia de nuestro país. Ni siquiera acudiendo a la Organización Mundial de Comercio (OMC), podríamos salvar nuestra catástrofe económica, por ello urge también su ratificación en los Congresos de los tres países involucrados, para mantener una línea de salida a la actual difícil coyuntura económica.
Pero el tema no sólo es nuestra dependencia económica de los Estados Unidos, con más del 80% de nuestro comercio internacional, sino la propia debilidad de nuestra economía, lo que debe hacernos reflexionar sobre la ruta y el comportamiento que ha tenido en estos primeros seis meses el gobierno de López Obrador, un gobierno que no ha generado confianza para la inversión privada nacional y extranjera, un gobierno que bajo la consigna de la austeridad ha apretado el gasto público hasta llevarnos a subejercicios presupuestales. El despido de personal de las dependencias federales ha retardado la implementación de los programas sociales, aun los de prioridad del propio presidente. La duda fundada sobre si hay un respeto al Estado de derecho por las acciones de cancelación del aeropuerto de Texcoco y la idea de concesionar sin licitaciones las pipas de Pemex, las obras de la propuesta del aeropuerto de Santa Lucía, las consultas en mítines a mano alzada para definición de obras como el tren Maya, la refinería de Dos Bocas en Tabasco y el tren en el istmo de Tehuantepec, los libros de texto y muchos etcéteras.
El resultado de todas estas acciones no solo es la desconfianza en invertir en nuestro país sino que las calificadoras han puesto en una perspectiva negativa el rumbo económico de nuestro país y tanto Banxico como los organismos internacionales dudan que el crecimiento económico sea aceptable, creo que no llegaremos al final del año ni a un punto del PIB.
La amenaza de la imposición de aranceles pues es un arma político-electoral de Trump rumbo a su reelección y seguirá mientras llegue la fecha, así es que el “festejo” gubernamental en Tijuana no es solo inaceptable, sino hasta perverso. Si no es por Trump, ahora resulta que no sabemos lo que realmente se negoció, así es que por ahora solo tenemos un respiro hasta en tanto conozcamos plenamente el acuerdo y que quede una vez más como lección la urgente necesidad de mantener un proyecto nacional con unidad y respeto a la Ley, para que en democracia podamos construir un modelo económico que genere empleos, bienestar y prosperidad en los mexicanos y podamos con seguridad y sin impunidad encaminarnos a la construcción del México que nos merecemos.