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La pasada ceremonia del 115 aniversario de nuestra independencia estuvo signado por el hecho histórico de que fue presidida por la primer mujer presidenta en la historia de México. Ya solo por este hecho se trata de un avance bastante considerable en materia de género, particularmente en lo que respecta a la igualdad de oportunidades para mujeres y hombres, pues no fue sino hasta 1953 en que el presidente Adolfo Ruiz Cortines le otorgara voto pleno y derechos políticos a la mujer, y desde ese entonces las mujeres han emprendido una lucha por sus derechos en todos los ámbitos. Y a la par de este hecho sin precedentes del grito de independencia por una mujer, el mensaje estuvo cargado de perspectiva de género, pues no solo evocó la memoria de las heroínas anónimas de la independencia, sino que descosificó a la llamada corregidora, Josefa Ortiz de Domínguez, al eliminar el “de Domínguez”, por su apellido paterno, Téllez-Girón; pues la palabra “DE” es una preposición que significa posesión o pertenencia, y solo las cosas pertenecen a particulares. Desde luego que hay personas, incluso mujeres, que criticaron esta acción, sin embargo, se trata de un micromachismo impuesto por generaciones de patriarcado para reclamar posesión que al final va en detrimento de las mujeres, y empezar a eliminar estos micromachismos son parte del empoderamiento femenino y la igualdad de género, así como el respeto a las mujeres como personas libres y con derechos. En lo personal siempre me pareció absurdo y desfasado, de igual manera el que el apellido paterno sea el primero en los hijos me parece desigual, debería ser parte de una negociación en pareja sin que ya por default se asigne primero el del varón, pues esta práctica es una tradición patrilineal, arraigada en sociedades históricamente patriarcales donde el hombre ocupaba una posición de autoridad y propiedad. Por lo aducido, por supuesto es importante recalcar la pertinencia del grito de la presidenta Sheinbaum, se trata de pequeños pasos en la dirección correcta, no se trata de populismo ni mucho menos, pues nuestra sociedad sigue lastimada por los feminicidios, por los abusos y la desigualdad en contra de las mujeres, por la cosificación de la que son parte de manera obligada o voluntaria por tradición. En un país con feminicidios diarios, la presidenta ha demostrado no solo en el discurso, sino en la práctica, su apoyo a las mujeres; pues además de crear una secretaría de las Mujeres, logró incluir en la Constitución la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres, la igualdad salarial y el derecho de todas las personas a vivir una vida libre de violencia. Bien por la presidenta; bien por las mujeres, paso a paso por la reivindicación de género; por la igualdad, por la equidad y por el respeto a la vida de las mujeres.