Arrancamos… EL BIENESTAR. En lo social, para López Obrador la búsqueda de justicia para los pobres lo justificaba todo. Como gobierno, con la legitimad de más de 30 millones de electores, las decisiones del presidente buscaron romper con las "malas políticas" que en el terreno social afectaron a los que menos tienen; se trata de malas prácticas de gobierno que él mismo enfrentó dentro y fuera del sistema político. La trayectoria política del presidente ha estado marcada por la lucha en contra del sistema político y económico que reiteradamente limitó su proyecto y que, desde su perspectiva, generó condiciones de exclusión social. De ahí que el estilo político de Obrador tenga un signo desafiante-disruptivo forjado bajo el ejercicio de la protesta llevada al límite, de su lucha contra lo que considera abusos y "males" frente a causas "legítimas y justas". Asimismo, su visión de la pobreza se nutre de su asimilación de la historia de México y su experiencia como servidor público. De su trabajo en campo, especialmente desde el Instituto Nacional Indigenista, tomó nota de la condición de exclusión de los pueblos originarios, de lo limitado de la capacidad institucional para atender sus rezagos, de la captura de los programas sociales por capas de intermediarios y de las fugas y desviaciones de recursos por la práctica de la corrupción. Todo ello perfil su convicción moral de recuperarla roción de justicia y ética del servicio público. Después de todo, "los gobernantes se deben a su pueblo". Así, una convicción ética de lo que es moralmente aceptable y justo permea su compromiso cuasirreligioso con los pobres, su visión colinda con la caridad y la atención preferente al desamparado, la admiración por la austeridad franciscana cayendo en una especie de "aporofilia"' en donde hay una preocupación por el pobre que se asume como bueno y justo. Entiende que el pueblo es pobre por el mal gobierno y sus instituciones, por la corrupción que es el vínculo entre gobernantes y los ricos conservadores. Sus ejemplos: el porfiriato y la época neoliberal. Este mensaje, en términos de comunicación política, le permitió identificar: el gran problema que aqueja a la mayoría de la población: la pobreza; una causa fundamental: la corrupción; un mecanismo de exclusión: el gobierno; un culpable: las políticas neoliberales, y un adversario: los conservadores. Por ello, la política social del presidente pretende imprimir un sello diferente y distintivo en su agenda de gobierno; así lo definió en su discurso de toma de protesta: "El Estado se ocupará de disminuir las desigualdades sociales, no se seguirá desplazando a la justicia social de la agenda de gobierno. No se condenará a quienes nacen pobres a morir pobres. No puede haber gobierno rico con pueblo pobre. Por el bien de todos, primero los pobres". En este marco, la idea fundamental es que si el gobierno justificó lo malo: condiciones de explotación, exclusión social, abusos del poder, corrupción; habrá que transformarlo y, de ser necesario, dinamitarlo. El gobierno debe ser justo y eso empieza por la honradez, el trabajo desinteresado, la austeridad y la ruptura con el poder económico, todo ello con el fin de dar atención prioritaria a los pobres, o sea, al pueblo marginado, bajo la lógica de que es necesario: Brindar justicia y protección a los pobres. Romper con el orden institucional corrupto y excluyente: Imponer desde el poder una conducta ética y moral. La búsqueda de la justicia para los pobres lo justifica todo, incluso pasar por encima de la ley; los otros estratos de la población forman parte del abuso, por lo tanto, no hay consideraciones para los ricos ni para los intelectuales, administradores o burócratas. De ahí que cambiar las cosas sólo es posible mediante una ruptura total y revolucionaria. Lo social, focalizado en la pobreza, sustenta la base del proyecto de transformación del presidente. Su sustento y justificación es una visión compasiva de los pobres, sin ella el proyecto de transformación pierde contenido. Su proyecto se asienta en decisiones visibles y populares que refuerzan su imagen de compromiso con la población más vulnerable excluida de la política pública. No es casual que gran parte de los esfuerzos de su administración se hayan dedicado a reorientar el presupuesto y el aparato burocrático hacia esta tarea. De este modo, el punto de partida para la erradicación de la pobreza implicó una reorientación del ejercicio de gobierno y de las relaciones políticas entre gobernantes y grupos de poder, lo que también es aprovechado para diferenciarse de sus predecesores y señalar a sus adversarios. MI VERDAD.- Todo el esfuerzo gubernamental se reorientó hacia las prioridades presidenciales dejando de lado las institucionales, lo que es visible desde el inicio de la LXIV Legislatura con los cambios en leyes que afectaron la APF y, posteriormente, con los cambios y cancelaciones de programas sociales, sobre todo los que fueron emblemáticos de otras administraciones, así como con el adelgazamiento de determinadas partidas del presupuesto para reorientar sus recursos a los nuevos programas del presidente, lo que significó presiones operativas a las funciones del Estado que no tienen precedente.