Arrancamos… El pueblo mexicano ha vivido diferentes formas de gobierno: desde la época prehispánica, pasando por la conquista, el período virreinal, la Independencia, el Imperio, la Reforma, la Revolución, culminando con los gobiernos de fin del siglo XX y principios del XXI proyectan en una República federal, representativa y democrática. En la lucha por el poder se han peleado criollos contra peninsulares; insurgentes contra realistas; liberales contra conservadores; patriotas contra vendepatrias, etcétera. Todos y cada uno de esos enfrentamientos nos dejan clarificado que toda acción política es producto de tiempos y circunstancias. En cada una de las etapas críticas que ha vivido nuestra patria, invariablemente han surgido auténticos líderes sociales que han conquistado el poder y que nos han legado documentos trascendentes. Ahí tenemos a la pléyade de reformistas que, con Benito Juárez a la cabeza, dieron vida a la Constitución de 1857; o a don Venustiano Carranza, que encabezó a los revolucionarios, quienes legislaron la Constitución de 1917, que actualmente nos rige. Lamentablemente no se han escrito las necesarias obras que señalen con verdadera precisión, y con criterio ecléctico sobre las distintas corrientes políticas que en México han existido. Es triste reconocerlo, pero algunos libros que tratan sobre nuestra patria, sus gobiernos, o sus gobernantes, se han escrito con graves contradicciones en la reseña de hechos; unos se elaboraron en forma parcial y tendenciosa, por conveniencia política o ideológica, o respondieron al interés del estómago; otros fueron escritos con el hígado y muy pocos con el cerebro. Por todo ello se puede afirmar que la historia de nuestro país debe ser profundamente investigada en un ambiente de absoluta seriedad; porque se necesitan más y mejores libros que nos digan, en forma ecléctica, sobre la vida política de México. México es un país de contrastes, de luces y de sombras, como han sido también sus gobernantes. Sus organizaciones sociales han sido variadas; sus hombres en el mando han tenido conductas paradójicas, que han llenado la historia con paso muchas veces dramático y azaroso; sin embargo, debemos reconocer que sus acciones, de una u otra forma, fueron determinantes en el destino y forja de la República. Escribir con objetividad en torno a nuestros mandatarios, es contradictoria en las referencias que nos ocupan. Aquí es conveniente señalar que indigna la manera con que varias de las plumas que escriben en torno al devenir histórico de México, refieren en forma irresponsable, biografías y fechas trascendentes para nuestra patria. Se han referenciado las fechas que se ponderan como verídicas, por la seriedad de los autores y de las editoriales. Es verdad que algunos historiadores no estarán de acuerdo en la prevalencia de ciertos entes a algunos de los cuales se les ha discutido siempre la legitimidad de su mando; las objeciones podrán ser válidas, pero existe una clara realidad: escribiendo desapasionadamente y sectarismo aparte, no se puede desconocer que todos los ciudadanos relacionados, tuvieron, en cierto momento y circunstancia, la calidad de jefes de la nación. MI VERDAD.- Para proyectar el futuro es vital conocer los antecedentes del pasado, así como analizar los comportamientos de los hombres que nos han gobernado y a qué circunstancias sociales y políticas respondieron, por ello es necesario leer y analizar la historia política de nuestro país.