A los de mi especie les recomendaría que a la ahora que se vayan a enamorar, no se equivoquen tanto porque en el enamoramiento hay de dos: o pierdes o ganas.
Quizás yo puedo contarles desde mi experiencia a cuantas mujeres he amado, pero a la vez cuantas me han decepcionado porque no fueron sinceras; son pocas las que ame demasiado.
A los de mi especie nunca pierdan la fe en enamorarse, a la mujer que te tiene apasionado y loco, es perder el miedo a decirle todo lo que tu sientes por ella.
No entiendo a los hombres que maltratan a la mujer por ser el sexo fuerte; seamos realistas, el hombre no podría vivir en este mundo sin nuestra compañera de vida la mujer.
Dios no se equivocó en hacer a la mujer para el hombre.
A los de mi especie si aman a una mujer, aprendan a respetarla y a valorarla ante todas las cosas.
Algún día, cuando seamos viejos recordaremos aquellas mujeres que un día amamos, y que nos ilusionaron y las que seguiremos amando.
Vivirán por siempre en nuestra nostalgia, y en el fondo de nuestros corazones. Porque aunque el tiempo pase y las cosas cambien, el amor y la ilusión que sentimos hacia ellas permanecerán intactos. Serán un recuerdo dulce que nos hará sonreír, una sensación cálida que nos envolverá en momentos de melancolía.
Y así, seguiremos recordando aquel día en que amamos a aquellas personas que nos hicieron sentir vivos, aquellos lugares que nos transportaron a un mundo de ensueño.
Seguiremos reviviendo esos momentos mágicos en nuestra memoria, y permitiendo que sus ecos sigan resonando en nuestro interior.
Porque en última instancia, lo que amamos se convierte en parte de nosotros mismos. Se queda con nosotros para siempre, como un tesoro precioso que atesoramos en el cofre de nuestra alma. Y aunque ya no estén físicamente presentes, su espíritu seguirá vivo en nosotros, guiándonos e inspirándonos en cada paso del camino.