Arrancamos… CUAHTÉMOC CÁRDENAS. - Cárdenas mostró poco interés en convertir el respaldo electoral que consiguió en 1988 en un partido político coherente. Como lo señaló Kathleen Bruhn, hacer la transición de "surgimiento" a "consolidación del partido exige la construcción de normas y expectativas estables para la cooperación mutua, las decisiones y la resolución de conflictos en cinco áreas principales: 1) entre activistas, 2) con los votantes, 3) con grupos de la sociedad civil, 4) con otros partidos y 5) con el Estado. Por el contrario, Cárdenas dirigió la nueva organización de un modo personalista y autoritario que fue un reflejo del liderazgo de su padre y sus tres décadas de activista del PRI. Se decía que tenía "empleados" en vez de "aliados" y consideraba al nuevo partido el vehículo para catapultarse hacia la presidencia. Cárdenas se convirtió en el jefe eminente del PRD debido a su audaz salida del PRI, su desafío al régimen hegemónico, su habilidad para atraer multitudes y sus nombres mágicos - “Cuauhtémoc y "Cárdenas". En una muestra formal de modestia, voto por López Obrador, su protegido, como el primer presidente nacional del PRD. Cárdenas utilizó el registro del Partido Mexicano Socialista para fundar el PRD. Se quedó con sus oficinas centrales en la calle de Monterrey 50, junto con sus deudas acumuladas. Al haber nacido en el PRI, que se enorgullecía de sus sectores laborales, campesinos y populares, así como de los recursos ilimitados y un monopolio sobre las victorias electorales, nunca se había preocupado por organizar un partido. A pesar de la aportación del PMS al PRD, Cárdenas lo trató como un hermanastro harapiento: en parte, estaba resentido con el candidato del PMS, Heberto Castillo, porque se esperó hasta poco antes de la contienda de 1988 para darle su apoyo; y en parte veía a Castillo, su antiguo profesor y patrón, como una amenaza para su liderazgo incuestionable. Castillo, con 68 años de edad, había ganado notoriedad como dirigente de los profesores de la UNAM que se unieron a la causa de los estudiantes rebeldes en 1968, una postura que lo mandó a la cárcel durante dos años. El encarcelamiento le estampó un distintivo de honor en el pecho al próspero ingeniero civil, quien - después de su liberación - fundó el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT). En 1987 se fusionó con el Partido Socialista Unificado Mexicano (PSUM) para formar el Partido Mexicano Socialista. A pesar de las presiones del PRI para que permaneciera en la carrera y dividir a la izquierda, Castillo declinó a favor de Cárdenas, aun cuando él, a diferencia del aspirante del FDN, había sido nominado en comicios primarios. En contraste con los aduladores serviles que rodeaban a Cárdenas, Castillo no tenía escrúpulos para decir lo que pensaba. Sentía una gran admiración por Lázaro Cárdenas y ayudó a coordinar el MIN del antiguo presidente. No obstante, Castillo tenía sus dudas sobre el compromiso del intolerante joven Cárdenas con la reforma agraria, la democracia y la reforma social. Al igual que muchos miembros de la izquierda que habían sufrido bajo el yugo del régimen prista, Castillo favorecía las negociaciones y el diálogo, en vez del control jerárquico. Castillo también defendía la afiliación individual en un partido masivo con base en el principio de igualdad. En contraste, Cárdenas prefería los grupos y los movimientos sociales, cuyos líderes tendrían vínculos directos con un poderoso jefe del partido que recompensara a los aliados y castigara a los adversarios. No mostró ningún interés en abrir el partido a la participación popular. El michoacano dominó asiduamente al PRD poniendo a sus integrantes en contra de unos y otros. Para este fin, desalentó los vínculos horizontales entre las facciones. Estas prácticas iban en contra de la unificación de los diferentes grupos que lo componían. La competencia entre las "corrientes" del partido impidieron - o proporcionaron una excusa conveniente para no hacerlo - desarrollar una organización popular. La experiencia de Cárdenas en 1988 lo convenció de que con sólo aparecer en la plaza central de una ciudad o un salón universitario con una manta y banderas podía formar un público masivo. Durante su carrera por la presidencia en 1994, dijo: "Confío en que las plazas llenas que estamos viendo signifiquen urnas llenas". ¿Para qué, entonces, necesitaba una estructura de miembros ordinarios? En vez de dar forma a estructuras institucionales, el jefe del PRD prefirió el plazismo. Si bien dichos mítines enaltecían el ego de Cárdenas, tendían a atraer admiradores e hicieron poco para llevar nuevos miembros a las filas del partido. Además, Cárdenas controló de un modo riguroso los recursos del partido, insistió en servir de interlocutor con otros partidos en el Congreso y desdeñó alianzas que pudieran poner en peligro su control y directrices. Su estilo era el de "intransigencia democrática" MI VERDAD.- Así fue Cárdenas.