CON ROMÁN -SE ENREDA- PERDÓN, CEPEDA, LA PENÚLTIMA Y NOS VAMOS
El tipo, que dice que nunca dijo que quería la gubernatura, pero, antes de que Riquelme fuera candidato a gobernador, -se enreda- perdón, Cepeda, estaba urdiendo una traición para salirse del PRI y lanzarse como candidato independiente (sobre esto, ya mostré los pormenores de su fallido intento, pues quería asustar con el petate del muerto, para negociar con Riquelme, una posición ventajosa, como lo ha hecho siempre).
Es de risa, escuchar sus declaraciones, llenas de rencor y resentimiento: “Yo nunca pedí que me incluyeran en las encuestas”. Cuando él mismo pagó algunas, en las que aparecía en primer lugar. O esta otra: “Nunca dije que quería ser candidato a Gobernador”. Pero sí acudió a una entrevista a la CDMX, para promover su imagen e hizo venir a Adela Micha, a su despacho de la Presidencia, para que lo entrevistara, lo chuleara y lo llenara de elogios.
La respuesta más hipócrita y llena de soberbia: “Si Manolo quiere que me sume a su proyecto, que venga a pedírmelo; yo no soy el que lo necesita”. Y lo que son las cosas, el día del registro de Manolo, como candidato, estuvo en la primera línea, de quienes le alzaron la mano al, seguramente, próximo Gobernador de Coahuila.
Román -se enreda- perdón, Cepeda, aparte de soberbio, mentiroso y traidor, es un resentido. Y, si nos remitimos al libro de Gregorio Marañón*, en el que, sostiene, que el resentimiento, no es un padecimiento mental, sino una patología, o sea, que se nace con ese problema, por lo que no hay una cura para solucionar ese mal, Marañón, describe al resentido, como un ser que se cree superior a cualquiera; que es merecedor de ser poderoso, rico y que todos a su alrededor, tienen que rendirle pleitesia.Por lo que, si no logra llenar todos estos aspectos, se siente traicionado y justifica cualquier acto o acción, que lo reivindique. Por eso, -se enreda- perdón, Cepeda, ve tan natural, cualquier trapicería que haga (rodearse de lujos en su despacho, mentir flagrantemente sobre aspectos que no es posible realizar, traicionar a cualquiera y actuar con prepotencia y desdén, entre otras linduras).
Lo peor, es que el resentido, va escalando en variedad e intensidad sus desplantes.
Aquí he expuesto todos los defectos y debilidades, abusos y, sobre todo, las limitaciones de un tipo hablador, mentiroso y traidor. Alguien al que le gusta lo bueno y lo caro, pero que no es capaz de sacar un peso de su bolsa, porque tiene años viviendo del erario público, haciendo uso y abuso de los cargos públicos que ha ocupado, tanto en el ámbito municipal, estatal y federal, en donde, lo único que ha dejado, es una estela de corrupción.
Nada, absolutamente nada, de algún legado, obra o acción, dignos de ser recordado.
Con esta imagen y con este comportamiento, les dejo al cínico, y en otros espacios, seguiré denunciando, señalando y criticando sus acciones. Sabedor, de que el mitómano, seguirá cayendo, como el pez, por su propia boca y, haciendo, lo que mejor sabe hacer, robar y mentir.
*Gregorio Marañón, “Tiberio, Historia de un resentimiento”