En el pasado, Nietzsche habló del poder de la mente y de lo que significaba ser un “Übermensch” o “superhombre”. Que no se refiere a un hombre con super poderes de cualidades físicas, sino a uno que encaje con el ideal de un ser humano; alguien que ha logrado una madurez espiritual, emocional y hasta moral. ¡Sí! ¡Moral!
Y es que en estos tiempos, en los que ya no se sabe a ciencia cierta si la moral es un estándar de una ética profunda y adecuada, o una excusa para agredir y juzgar a otros; Nietzsche pone de manifiesto dos tipos de moral: una que viene de la reacción y el resentimiento (la moral reactiva) y la otra que nace del poder interior (la moral del creador).
La primera, la que mayormente vemos expuesta, es aquella que nace del resentimiento, de criticar y juzgar lo que no se puede alcanzar por sí mismo. Aquella que pretende que todo sea pequeño (igual que sus ideas), que vive cómodamente bajo los dogmas de una sociedad en decadencia, carente de sentido común y, con un alto grado de culpa y sumisión.
En cambio, la moral del creador, aquella que nace de un pensamiento consiente, que no actúa por obediencia, sino por coherencia consigo mismo. Leal a sus ideales. Que no teme a callar, con tal de encajar.
Hace días, transitó en redes sociales, el descontento de la Jefa de Gobierno de la CDMX Clara Brugada, porque la alcaldesa de la delegación Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega; decidió quitar las estatuas de dos figuras reconocidas mundialmente por su participación y liderazgo en la revolución cubana; sin embargo, ni eran mexicanos, ni le dieron a los cubanos una mejor calidad de vida, al contrario… Cuba tiene décadas viviendo bajo un régimen socialista, en una situación por demás precaria.
Entonces, ¿por qué el enojo de la Jefa de Gobierno… y hasta de la Presidenta de la República? ¿Actuaron con base a una moral reactiva, por el hecho de ser figuras afines a los ideales de otros?, ¿No se esperaría, una misma indignación fática, ante los asesinatos de los particulares de la Jefa de Gobierno…? (y de lo cual no ha esclarecido nada).
Y antes de que esto pasara a segundo término, surge una situación por demás delicada para los integrantes de la 4T, y es que, si recordamos bien, todo lo que pasa o ha pasado en México “es culpa de Calderón” y del poder neoliberal. Uno de los actores que más énfasis puso en incriminar a Calderón por las acciones de quien fuera su Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna; fue el mismísimo ex-Secretario de Gobierno, Adán Augusto, quien con mano firme dijo, que el culpable no era García Luna, que quien debería estar tras las rejas era su jefe al mando, es decir, de Calderón.
Bueno, como dice el viejo y conocido refrán: “No es lo mismo ser borracho, que ser cantinero”. Ahora que han salido a la luz, las evidentes irregularidades que se cometieron por parte del ex-Secretario de Seguridad Pública en Tabasco Hernán Bermúdez Requena, ligado al grupo criminal “La barredora”, y conocido como “El Comandante H”; mientras el ex-Secretario de Gobierno, era el Jefe de Estado. Ahora resulta que no sabe nada, que nunca se dio por enterado, es más, que ni se las olía. Hasta la líder del Movimiento de Regeneración Nacional salió a hablar en su defensa, diciendo que eso no era problema del pobre e ingenuo ex-Secretario, que las acciones de sus allegados, eran problema de ellos, y serían ellos mismos quienes tendrían que declarar ante las autoridades pertinentes.
¿Qué incongruencia no? Cuando estoy del otro lado, te tiro hasta con la cacerola y exijo, bajo una moral formativa y muy reactiva…¡Que se haga justicia! ¡Ah! pero eso sí, cuando se intercambian los papeles, la moral cambia también de turno y entonces, ya no compagino con aquello que tanto critiqué.
Una doble moral les queda corta, porque no se hace el bien porque es lo correcto, se hace el bien para ser aplaudidos. No se ejerce la justicia para todos, sino para aquellos que son afines a mi proyecto personal y van de acuerdo a mis ideales.
Ahí está el caso de la Diputada “Dato protegido”, quien hizo una denuncia ante el Tribunal Estatal Electoral de Sonora, por “violencia política de género”, entendiéndose esta, como aquella que tiene como objetivo menoscabar o anular los derechos político-electorales de las mujeres. Sin embargo, lo que desató toda esta controversia, fue una crítica, a la que están expuestos todos los servidores públicos, y no una agresión, como menciona la diputada.
De nueva cuenta la moral se hace presente y más que una moral consiente y coherente, se ve una estrategia política para dejar en claro, que nadie puede criticar al actual régimen, y menos, a la legisladora petista. Como diría Maquiavelo: “Es mejor ser temido, que ser amado”. Y es que todo el peso de la ley, cayó sobre una ciudadana común, ama de casa y madre de tres hijos; y que nada tiene que ver con el tema político, todo por hacer una crítica a lo que es más evidente y palpable que el sol de medio día. Esto le valió una multa y una disculpa pública… ¡Durante treinta días!
Y por supuesto, esto nada tiene que ver con la “Ley censura”, que va a determinar quienes sí hacen “críticas sociales” y quienes ejercen “violencia política de género”.
Bendita moral reactiva, disfrazada de moral creadora, que nos salva de la decadente y maltrecha aspiración. Que nos hace ver que todos somos iguales, pero al mismo tiempo tan diferentes y, que lo diferente, lo que no es afín a mí y es auténtico, queda completamente fuera, de la bienaventurada y anhelada transformación.
Y para qué son las alas, sino más que para volar…