Al "laissez faire, laissez passer": "dejar hacer, dejar pasar", del Estado liberal que no intervenía en lo económico y social en beneficio de las grandes mayorías, y que dejaba que los poderosos hicieran lo que querían con los débiles, siguió el Estado de bienestar o Protector de la sociedad, con Otto von Bismarck, en Alemania, en el siglo XIX, instaurando la seguridad social desde el nacimiento hasta la muerte, pasando por la atención médica, las guarderías, la educación, la vivienda, las pensiones, las jubilaciones, y las inhumaciones, que se resumió con la frase de seguridad social: “desde la cuna hasta la tumba”.
Este Estado de bienestar, también se aplicó para atenuar los desastrosos efectos de la Gran Depresión, en los EEUU, a fines de 1929 y los 30’s, con Franklin D. (Delano) Roosevelt; y se aplicó también después de la Segunda Guerra Mundial, para hacer frente a las desastrosas consecuencias en todos los órdenes de la vida pública, en el mundo; como fueron el desempleo, las enfermedades, la vejez, la cesantía en edad avanzada, la pobreza, el analfabetismo, etcétera.
En lo que va de este siglo XXI, algunas de las causas originantes del Estado de bienestar, no han desaparecido del todo; pues estamos padeciendo la falta de oportunidades para progresar y desarrollarnos, individual y colectivamente; la carestía de la vida supera fácilmente los aumentos de los salarios; lo que orilla a que el ser humano tenga que emigrar a lugares en los que se tiene un mejor nivel de vida.
El Estado de bienestar es un deber de los gobernantes de todos los pueblos de la Tierra, de realizarlo; pues los problemas de una nación se trasladan a otra, con la migración; toda vez que los problemas de la alimentación y la seguridad social, son comunes en todos los países del mundo.
Por eso es muy plausible que en la asamblea plenaria de la reciente 51 Cumbre del G7 en Canadá, México haya propuesto una Cumbre del Bienestar, para “fortalecer una cooperación efectiva para el desarrollo, con el objetivo de un comercio justo y recíproco, como base de una paz duradera que el mundo entero anhela” creando “un espacio de responsabilidad compartida, porque el poder no se mide solo por lo que se tiene, sino por lo que se hace con él”. Afirmó nuestra Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo; quien no fue una “invitada de piedra”, sino al contrario, solo afecto, respeto y mucha consideración, fue lo que recibió en esa importante reunión de los principales países más poderosos del mundo, en bien de México.