AUTOR: JOSÉ GERD
PAÍS: MÉXICO
Cuando muera
vuelen mis risas en el aire;
que el viento lleve mis palabras,
como hojas secas danzando en el otoño.
Cuando muera,
quiero que el sol camine con mi recuerdo;
que la luna tarareé mi canción preferida en la noche
y las estrellas sean testigos inequívocas de mi viaje.
Cuando muera,
no llores por mí,
abraza el eco de mis pasos
y ríe en la memoria y las bromas que sembré.
Cuando muera,
deseo que los paisajes
de los bosques no se manchen de tristeza,
que los ríos canten las historias de la vida
y las montañas guarden mi susurro sin olvido.
Cuando muera,
deja que las flores florezcan en mi honor
y el aroma dulce de su esencia
cubra el suelo con amor.
Cuando muera,
no me busques en la tibieza de las sombras,
encuéntrame en las luces sin agonía de la vida,
en los abrazos y los sueños compartidos de mi jardín.
Cuando muera,
escucha las alborotadas risas de los que amé;
son ecos que nunca se apagan,
sonidos que perduran en el tiempo, sin espacio ni fin.
Cuando muera,
deja que la música suene
una melodía que trascienda,
que celebre cada instante vivido.
Cuando muera,
mis ojos quizás se cerrarán,
pero los recuerdos quedarán despiertos,
como faros alumbrando la neblina del ayer.
Cuando muera,
suéltame como se suelta un pez en el mar,
deja que navegue lejos y risueño
en el vasto océano de la eternidad.
Cuando muera,
que el amor sea el legado,
donde precise el hilo dorado que une corazones,
tejiendo memorias sin gastar, sin final.
Cuando muera,
abriré mis alas al tablero del viento
y volaré alto, muy alto,
más allá de las nubes y el dolor.
Cuando muera,
las gotas de la esperanza seguirán
y, en cada rincón del mundo,
mi esencia será un compás monumental.
Cuando muera,
disfruten de la vida en el debut de mi ausencia,
celebrando cada día como un regalo de las aves y su trinar,
porque aún seré parte de ustedes,
en el verso de una poesía y en la rima de su imaginar.