Un día, un ciego y su perro van caminando por una calle cuando llegan a un cruce muy concurrido.
El perro, ignorando el gran volumen de tráfico que pasa por la calle, lleva al ciego al centro del tráfico. Se oye el chirrido de los neumáticos y el sonido de las bocinas, mientras los conductores, presos del pánico, intentan desesperadamente no atropellar a la pareja.
El ciego y su perro llegan finalmente a la seguridad de la acera del otro lado de la calle. El ciego saca una galleta del bolsillo de su abrigo y se la ofrece al perro.
Un transeúnte, que ha observado todo el incidente casi fatal, no puede controlar su asombro. Y decide preguntarle al ciego:
- ¿Por qué demonios premias a tu perro con una galleta? Casi te mata.
El ciego se gira parcialmente en su dirección y responde:
- En realidad... es para saber dónde está su cabeza… y así poder darle una patada en el trasero...