Vivimos siempre a contra reloj, de paso la mayor parte del tiempo, sin ser conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor.
Ha pasado un mes desde que inició el año y les puedo asegurar que, para algunos, aún se siente como si fuera fin de año; quitándose el confeti del cabello y aun saboreando las uvas de los doce deseos.
Pensamos que lo mejor... está por venir, mientras que lo que pasa en este instante, es lo que se quedará grabado para la historia.
Buscamos siempre experiencias nuevas, emociones intensas, algo que nos saque de la rutina, o por decirlo de cierto modo, de la cotidianidad.
¿Y cómo llegamos a este punto?... el temible aburrimiento. Perdemos con una facilidad impresionante, el interés por las cosas... y hasta por las personas.
La rutina se hace presente en cada uno de nuestros ámbitos y lo que antes nos parecía emocionante, ahora ha perdido su encanto. Sin embargo, es en esta cotidianidad donde ocurre la vida, en la cual estamos presentes. En el café diario que te tomas por las mañanas, su aroma, su sabor, en fin, algo tan simple, pero tan fuerte a la vez, es lo que nos hace ser quienes somos y que, aunque “cotidiano”, es algo asombrosamente predecible y apreciable.
Pero... ¿entonces viviremos siempre presas de la cotidianidad de la vida?
No, eso solamente usted estimado lector, puede decidirlo. La magia está, en encontrar lo novedoso en lo rutinario. Es decir, si todos los días sales a caminar al parque a la misma hora, en la misma ruta, por qué no pruebas hacerlo con todos tus sentidos. Expándelos, percibe los olores, amplía tus horizontes, ve más allá de lo evidente; los árboles, las hojas secas en el piso, las personas que pasan a tu alrededor. No se puede vivir todo el tiempo, esperando que algo suceda, que esa emoción de la “novedad” nos envuelva y nos haga sentir que estamos vivos. La mayor parte del tiempo no es así. Y con esto, no les pido que renuncien a la novedad, sino que, en la misma cotidianidad, descubran nuevas cosas en lo ya conocido.
Entiendo que es difícil vivir en el presente, sin estar añorando el pasado y a la espera de un futuro prometedor, pero la vida es así, ocurre en este momento, justo ahora que lees esta columna, tu percepción, quizás está cambiando y eso a su vez, cambia la manera en la que vez al mundo, sin salir de lo ya establecido.
Hace unas semanas, les hacía la pregunta: ¿eres feliz? Según numerosos estudios científicos, muestran que, la felicidad se encuentra en esos pequeños detalles que forman parte de lo cotidiano: tu trabajo (encontrando un sentido), las relaciones humanas que conllevan (de manera significativa), etc.
La vida es eso que pasa, mientras nosotros hacemos planes, así que hay que aprender a vivir el día a día, aceptando que siempre estará presente la cotidianidad en nuestra vida y no por ello pierde su magia, al contrario, le da un toque especial. A sabiendas, de que no todo puede ser permanente y por ello, cuando algo extraordinario ocurre, lo veamos con ojos de asombro, cual niño que aprende a apreciar el color azul del cielo y el verde vibrante de los árboles. Para luego regresar, con profundo agradecimiento, a la añorada cotidianidad.
Y para qué son las alas, sino más que para volar...