Felicidades sinceras a Paco
Hernández por 26 años de
“Progreso”
“La belleza es un raro
privilegio que Dios da”
Honorato de Balzac
La flor de Nochebuena, también identificada como Flor de Pascua, es conocida a nivel mundial por su rara belleza, pues se trata en realidad de una planta que consta de brácteas (hojas rojas modificadas) que se confunden con las flores (parte central), consistentes en pequeños capullos amarillos.
Es una planta que crece formando un conjunto de flores modificadas de singular hermosura, admirada mundialmente, que simboliza un obsequio del Creador para la época navideña; por ello en la mayoría de los hogares se procura tenerla en estos días.
También se le conoce como Flor de Navidad, Estrella de Navidad, flor de Santa Catalina y Flor de Fuego, por el intenso color rojo de sus brácteas, si bien algunas con otras tonalidades. Es originaria de México y los aztecas la conocían como “Cuetlaxóchitl”, que en náhuatl significa “flor de cuero”, por la textura de sus hojas.
Se trata de una planta de sombra, que embellece todos los espacios interiores de las casas desde y durante la temporada navideña, pues entre noviembre y diciembre todos los invernaderos dedicados al cultivo de la Nochebuena se pintan de rojo de manera natural, el color más popular, si bien existen más de 100 variedades, que van del rojo al amarillo y el salmón.
Según el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, de la Secretaría de Agricultura, existen en nuestro país más de 900 productores de Nochebuena, quienes cultivan cerca de 20 millones de plantas en los estados de Morelos, Michoacán, Estado de México, Puebla, Jalisco y Oaxaca.
Cada 8 de diciembre se celebra el Día Nacional de la Nochebuena, y en Estados Unidos de América se conmemora el Día Nacional de la flor de Poinsettia, como allá se le conoce, pues Joel Roberts Poinsett, embajador de ese país en México a inicios del siglo XIX, introdujo nuestra amada planta a su nación.
MITOS Y TRADICIONES DE LA NOCHEBUENA
Existen varias leyendas, mitos y tradiciones sobre la Nochebuena en nuestro país, entre ellas una historia de la época de la conquista española, que cuenta que en un pueblo del hoy estado de Guerrero, existió una niña muy humilde que cada año esperaba con ansia la Navidad, ya que su padre no tenía un trabajo fijo y por lo tanto no tenía dinero para ofrendar frutas, dulces o juguetes al niño Jesús.
La niña en referencia se encontraba muy preocupada y triste durante las fiestas navideñas, sobre cuando al ir a misa y ver que todos los niños cargaban con sus mejores ofrendas, ella se llenaba de vergüenza, por lo que corría a los arbustos a llorar desconsoladamente.
La versión de este caso señala que al estar llorando, escuchó una voz que le decía: “Seca esas lágrimas y arranca esas planas verdes y llévalas al altar del niño Jesús.” Decidió hacerle caso al llamado y agarró un manojo de las hojas silvestres, pero llena de pena por pensar que su ofrenda era simple y llana, camino al interior del templo.
Sin embargo, los asistentes lanzaron una expresión de sorpresa, pues vieron que eran las flores más hermosas que habían visto sus ojos. Lo que sucedió fue que la planta cambio sus hojas a un color rojo intenso y tenían forma de estrellas, “¡Feliz Navidad, niñito Jesús!” exclamó la niña al dejar su ofrenda en el altar.
Desde ese día, termina la leyenda, la flor de Nochebuena, creció por todas partes del país durante la época navideña.
Otra leyenda muy similar es la que cuenta de un niño llamado Pablo, que por ser pobre no podía sumarse a los parroquianos, que iban a la iglesia del pueblo a dejar sus regalos al pie del nacimiento ahí instalado.
Los obsequios consistían en cestos de frutas, dulces, ropa en buen estado o algunos juguetes, en tanto que Pablo se ponía triste por no tener nada que llevar al Niño Dios.
Nuestro personaje se fue desconsolado a las afueras de la iglesia para llorar su pena, pero al caer sus lágrimas al suelo empezó a brotar una planta de una flor de un rojo intenso, comprendiendo en ese instante aquello era obra de Dios para que las obsequiara a Jesús en el pesebre del nacimiento, donde contento acudió a depositarlas.