LÓPEZ OBRADOR, NUNCA SE VA A IR A LA “CHINGADA”
Mal comienzo de la presidente, Claudia Sheinbaum.
Quienes pensaban que, como AMLO, una vez que se ciñó la banda presidencial, tomó el control del gobierno de México y comenzó a tomar decisiones importantes (como la suspensión del la construcción del aeropuerto de Texcoco, por ejemplo), lo mismo iba a pasar con Claudia, se equivocaron estrepitosamente.
La mala copia de López, sabíamos, no tiene el arrojo, la audacia ni la malicia del macuspano, ni los tendrá, porque carece de carácter propio, de iniciativa y arrojo.
Por si fuera poco, Claudia, no tiene la experiencia política ni las tablas, de quien ha transitado toda su vida como activista y opositor a toda autoridad, llámese gobierno, partido, y cualquier tipo de poder.
Con todo lo que ha pasado en más de un mes de “gobierno”, Claudia, ya parece que ha ejercido la mitad de su período de presidencial.
Ya tuvo su primer encuentro con Donald Trump; ya tuvo sus primeras seis masacres (hasta el momento de escribir esta columna); ya midió fuerzas con su antecesor y, ya vio y vivió, la experiencia de ser un clon, una muñeca guiñol, cuyas entrañas y mente, son de trapo.
Y lo peor, para la títere, es que su titeretero, la mueve a su antojo, no en el sentido que ella quisiera.
Es Claudia, un rehén del macuspano. La tiene sometida por todos los frentes: comenzando por buena parte del gabinete; por la mayoría de los diputados y senadores, que obedecen sus órdenes y cumplen sus caprichos; no se diga de Morena, donde su hijo Andy, es el poder tras el trono y, hace y deshace desde esa posición. Ya no se diga de los gobernadores, quienes le deben el hueso a ex presidente.
Por eso, esa sensación que los ciudadanos tenemos, de que, el que sigue gobernando, es López, quien, aunque no esté presente en el ámbito político, se sigue sintiendo su presencia.
Una situación muy penosa para la presidente, quien se ha de sentir importante, ante lo que quiere hacer y no puede.
Difícil gobernar con esa carga, con esa sombra y con esa amenaza latente.
Y lo peor, que no se ven signos de que pueda sacudirse ese peso, esa influencia y esa fuerza.
Así, se debieron de haber sentido, Emilio Portes Gil y el “Nopalito”, Pascual Ortiz Rubio, ambos, impuestos y ninguneados por el ex presidente Elias Calles, en lo que se dio a llamar, la época del maximato.
Y, para allá apunta el maximato moderno de Andrés Manuel López Obrador. Que, bien puede quitar a Claudia Sheinbaum, mediante un referéndum a la mitad de su mandato y ascender a Andy en su lugar, mientras prepara a sus otros bodoques o, de plano, decreta la reelección de la Presidencia.
Lo que es un hecho, es la difícil situación en la que se encuentra la presidente, Claudia Sheinbaum.
A la señora, se le viene el mundo encima: enfrentar los caprichos y exigencias de Donald Trump; evitar que se deshaga el Tratado de Libre Comercio; cumplir, en el corto plazo con la pacificación del país; lograr que no se derrumbe la economía nacional; y, que pueda armar un gabinete, a la altura de las circunstancias. Todas éstas cosas, parecieran, imposibles de cumplir. Porque, por si esto fuera poco, su soberbia, su talante autoritario y su ignorancia de la forma en que funciona el mundo, harán más difícil su paso por el gobierno de México.
Por más que se le busca, por dónde puede llegar la solución a sus deficiencias y a su secuestro, no se ve claro, mientras López Obrador, siga vivito y coleando.