Roger, que tenía 19 años, estaba comprando una pulsera cara para sorprender a su novia el día de San Valentín, en una joyería muy elegante de Hatton Garden, en Londres
El joyero le preguntó:
- ¿Quiere que le grabe el nombre de su novia?
Pero Roger lo pensó por un momento, sonrió y le contestó:
- No, mejor grabe esta frase y escribió en un papel: “Para mi único amor”
El joyero sonrió y le dijo:
- Sí señor, qué romántico de su parte
Roger le contesta con un brillo en los ojos:- No exactamente romántico, pero sí muy práctico. Ya que si rompemos, puedo volver a usarlo...