El pasado martes 5 de noviembre, en la sesión del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación SCJN, en la que deberían de resolverse las acciones de inconstitucionalidad promovidas por el PRI, PAN y el MC, para invalidar algunas normas de la Constitución relativas a la Reforma Judicial, su Presidenta la ministra Norma Piña, incurrió en un imperdonable grave desacierto.
La SCJN, está integrada por 11 ministras y ministros, necesitándose por lo menos la mayoría calificada de ellas y ellos, que son 8, para invalidar una norma -aclarando que siempre y cuando no sea constitucional-, los cuales los tenían quienes pretendían invalidar algunas adiciones y reformas a la Constitución, del pasado 16 de septiembre; pero uno de esos ministros el Licenciado Alberto Pérez Dayán, recapacitando debidamente el caso, decidió no votar en favor de la acción de inconstitucionalidad.
Por lo que al ver la Presidenta Norma Piña, que ya no tenían los votos de 8 ministras y ministros -incluida ella-; sin respetar la norma vigente de que son 11 ministras y ministros, quienes integran la SCJN, esgrimió como último de sus argumentos en la Sesión Plenaria, la reforma de que en 2025, la SCJN estará integrada por 9 ministras y ministros, en lugar de 11.
Y que por eso siendo la mayoría calificada 6, de esas 9 ministras y esos ministros; la ministra Piña, alegó que ellas y ellos eran 7; lo que sus demás compinches vieron muy mal e inmediatamente la abandonaron.
Esta pifia probablemente le cueste la Presidencia de la SCJN, a la ministra Norma Piña, porque su propuesta de aplicar una norma que no es positiva porque la nueva SCJN, aun todavía no se integra con 9 ministras y ministros, constituye una aberración, es decir, una monstruosidad jurídica. Por lo que si la ministra Norma Piña, tiene pudor, debe renunciar desde luego a la Presidencia de la SCJN; y si no tiene vergüenza, entonces las y los ministros, para que no continúe el desdoro de la justicia, deben de pedirle la separación de ese cargo.