En la vida siempre tenemos dos opciones, ver todo como una oportunidad, o verlo como una gran tragedia.
Y si bien el ser humano, es experto en el área del victimismo, debido a una sociedad culpógena; no podemos normalizar, el culpar a todo y a todos, por lo ocurrido.
Si llego tarde... culpa del tráfico.
Si no cumplo con mi trabajo... culpa del jefe.
Si no me alcanza en el super... culpa del gobierno.
Y así vamos por la vida lamentándonos y culpando a todos.
¿Y si empezáramos a cambiar nuestra perspectiva?
Pensar que cada problema es una oportunidad.
La inteligencia se define, como la capacidad que tiene el ser humano para resolver problemas. El coeficiente intelectual nos ayuda en estos casos.
Lamentablemente, cada vez, que tenemos un problema, entramos en shock y no paralizamos. No sabemos cómo actuar y lo vemos como un castigo divino. ¿Por qué yo, por qué a mí?...
¿Y por qué no?
¿Qué nos hace pensar que nosotros somos inmunes a las adversidades que se presentan?
O peor aún, que somo las víctimas de la vida.
¿Qué le estamos enseñando a las nuevas generaciones? Nos quejamos de que son de cristal, cuando ellos crecieron viéndonos quejarnos de todo y, hacer un drama cada que algo no salía como queríamos o esperábamos.
La vida no te exige nada, la vida es eso... vivir. Y vivir, implica atravesar las vicisitudes que se presentan. Lo que vemos como obligación, nos pesa, en cambio, lo que llevamos a la práctica como un estilo de vida, como aquello que tú le regresas a la vida, a Dios, al Universo; cambia todo.
La vida no te quita, la vida te da.
El mundo no es un lugar terrible para vivir. El mundo es un espacio para vivir... son nuestras acciones y nuestras decisiones, las que determinan como pasamos simplemente por esta vida, o vivimos plenamente, a consciencia y con pasión. Disfrutando cada día las bondades de este lugar, llamado planeta tierra.
Si lo vemos de esta manera, cada día es una oportunidad para hacer las cosas mejor. Para dar lo mejor que hay en cada uno de nosotros... optimistas les dicen. No porque eso garantice que todo salga a pedir de boca, sino porque es lo correcto. Ser, más que hacer, genera emociones en nosotros, que nos brindan paz y tranquilidad y, contribuimos en gran manera, a hacer de este mundo un lugar mejor para vivir. Y para qué son las alas, sino más que para volar...