Arrancamos… La locura depende completamente de nuestra narrativa. Somos la historia que nos contamos de nosotros mismos; lo que nos marca no son los hechos sino las interpretaciones emocionales que damos a los hechos y las narrativas que creamos con base en dichas emociones. Afortunadamente es posible viajar al pasado. No a los acontecimientos, eso es imposible e innecesario, ya que nada depende de ellos. Si así fuera, no tendría caso que ningún individuo fuera a ningún tipo de terapia; podemos viajar al pasado en el único lugar que existe, la mente, que es donde están los significados y las emociones con las que se hilvanan la trama y urdimbre de lo que somos. El héroe y el villano no existen. Es de vital importancia recordar eso si queremos penetrar en la mente colectiva, comprenderla y así de paso conocer algo sobre la nuestra. Buenos y malos, arquetipos simbólicos, personajes en narrativas: eso es lo que son el héroe y el villano, en todas las historias nacionales, en todas las mitologías, en las películas y en las novelas, en los relatos religiosos; en la Ilíada y la Odisea, en la Biblia y el Bagavad Guita, en Star Wars y en El Señor de los Anillos. En tu historia personal. Las narrativas históricas, llenas de arquetipos, dan forma a la estructura mental de un pueblo, del mismo modo que la narrativa que tenemos sobre nosotros mismos, como individuos, determina nuestra propia estructura mental. En el mito de nosotros mismos también hay buenos y malos, amigos y traidores, maestros, redentores, demonios... en una versión de la realidad que es absolutamente cierta para nosotros, pero para nadie más, en cuyas propias historias, los mismos personajes pueden jugar diferentes roles. Washington y Jefferson son traidores. Eso hubieran sido, traidores a la Corona, de no haber ganado la guerra de independencia. Lo hicieron y son padres de la patria. Como la relación con su madre patria inglesa fue buena, tampoco quedaron como traidores al otro lado del océano. Cuando Iturbide salió al exilio tras ser derrocado el Imperio, agentes de Fernando VII lo persiguieron y hostigaron por gran parte de Europa. Era Agustín de Iturbide el traidor al rey que había arrebatado la joya del imperio a la Corona española. Los restos de Hernán Cortés fueron inhumados solemnemente en 1794; en un altar de mármol, con un obelisco de siete metros de altura y en una urna de cristal, ante virrey, arzobispo y pueblo, como fundador del reino. Treinta años después los mismos restos debieron ser sustraídos y escondidos para que no fuesen profanados por la turba iracunda y quemados en la plaza por ser el maldito conquistador. Las narrativas son finalmente una serie de hechos y personajes del pasado a los que dotamos de un significado. Si los hechos del pasado determinaran nuestro presente y, por lo tanto, el futuro, los seres humanos estaríamos condenados, porque los hechos no pueden ser cambiados. Es posible, sin embargo, viajar al pasado en la mente y cambiar lo único que importa: el significado emocional que hemos depositado en los hechos y que es lo que realmente determina nuestro destino. Esto, a nivel individual y colectivo, requiere de un intenso y profundo proceso de perdón. El perdón no es sino liberarse a uno mismo de sentir y experimentar las emociones negativas, perturbadoras y destructivas que uno se ha permitido sentir, comenzando por el miedo y el odio. Odiar es tomar veneno y pretender que el otro muera, sea que odies a tus padres o a los malditos españoles.
MI VERDAD.- Tu vida personal está llena de historias contadas por ti mismo, tu propia narrativa con tus buenos y tus malos, con tus odios y rencores, tus traidores, tus maestros, tus aliados y tus enemigos. Obsérvalo en ti y aplícalo a México. Solo tienes dos opciones existenciales: vivir en plenitud o vivir sumergido en tu ocaso. Ambas dependen de ti. Mi reconocimiento a AMLO, éxito a CLAUDIA.