EN ESTOS DÍAS se están cumpliendo 103 años de que San Pedro de las Colonias fue elevada de villa a ciudad. Y, sin lugar a dudas, en estas fechas se hace necesario echar una mirada a lo que ha sido el desarrollo de nuestra comunidad, la cual, a pesar de tener la denominación de ciudad en muchos aspectos sigue siendo un pueblo o rancho grande. En muchos aspectos la mentalidad de los Trinos se ha quedado estancada en el pasado y, por ejemplo, seguimos teniendo animalitos en nuestros patios y corrales. Es común que de repente nos llegue el aroma de los trochiles donde criamos nuestros marranitos, que van a ser sacrificados para hacer alguna reliquia, que es una bonita tradición que todavía tenemos. Esta costumbre de tener cochinitos en las casas no se quita, a pesar de saber que esta es una costumbre muy insalubre.
Otra cosa que no ha cambiado en San Pedro es el asunto de la vialidad. Aquí, cada quien maneja como y por donde quiere, y todo mundo se estaciona donde le da la gana: en doble y triple fila, y en estos días, no hay un día en que no choque un motociclista. En este aspecto, han ocurrido muchas tragedias y a pesar de las tímidas campañas de vialidad las cosas no cambian.
San Pedro sigue siendo un pueblo sin ley ni orden, porque aquí cada quien finca donde se les da la gana y se cierran calles y avenidas y ni quien diga nada. En San Pedro, hasta el día de hoy, todo mundo es influyente, así haga lo que haga la gente no pasa nada y si algo llega a pasar no pasa nada. Por cierto, una de las buenas costumbres que teníamos y que se ha perdido con el paso del tiempo es el asunto de la limpieza. Los que hoy ya llegamos al sexto piso nos acordamos que desde muy temprano nuestras madres y abuelas salían muy temprano a barrer y regar las banquetes y calles. Todavía en los años ochenta, San Pedro lucía como una ciudad limpia y ordenada, pero, en estos días, ya es raro ver temprano a una señora barriendo temprano la banqueta; la basura abunda por todas partes y muchas calles están grafiteadas. Nos hemos hecho muy cochinos los Trinos.
Desgraciadamente, muchas buenas costumbres se perdieron y ahora puras malas mañas se ven por todos lados. En la celebración del 103 aniversario de la elevación de San Pedro al rango de ciudad, lo más fácil es hacer el recuento de lo bueno y lo grandioso. Pero, yo creo, que lo mejor es recordarnos lo que nos falta, lo que deberíamos corregir para vivir en un mejor lugar y que San Pedro aspire a ser una bonita ciudad media y deje de ser un rancho grande...