Hoy en día, ser escritor se ha vuelto un desafío. Aunque haya muchos escritores, especialmente en temas humanistas, pero parece que cada vez hay menos gente interesada en leer este tipo de contenido.
Antes, un artículo en el periódico o una página web podía atraer a varios lectores. Ahora es todo está cambiado.
Yo también escribo, tratando de expresar lo que siento y pienso sobre la vida y sobre la discapacidad. Pero a veces parece que mis palabras se pierden en un mar de otras voces, como pareciera si casi nadie me leyera. Es una sensación difícil, porque uno escribe con la esperanza de ser leído, de que alguien le guste lo que escribo.
Aun así sigo adelante, escribo porque lo necesito, porque en mis palabras encuentro un consuelo. Y aunque sé que tal vez mis textos no lleguen a muchas personas, si les llega mi mensaje con el deseo de cambiar este mundo, los escribo con esa esperanza.