Las circunstancias que circundan una región donde habita un pueblo le condicionan a tener una jerarquía de quehaceres para que su nivel de vida no se vea deteriorado y además le garantice a mediano y largo plazo un lugar para el bien vivir. En el caso de la Laguna de Coahuila y Durango las prioridades son el agua y la flora.
De la manera, constancia y eficacia que la mayoría de sus habitantes se comprometan con esas dos prioridades; agua y flora, se diseñará el futuro de la región, por lo que se hace necesario la concientización de los Laguneros para iniciar de inmediato al uso racional del agua y la reposición, cuidado y aumento de su flora.
La Laguna de Coahuila y Durango pertenecen al desierto de Chihuahua, destaca como la extensión desértica más vasta de América del Norte, abarcando aproximadamente 450,000 km², aunque algunos estudios sugieren una extensión de hasta 630,000 km2.
Está delimitado por los dos sistemas montañosos más grandes de México: la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental, al norte limita con el sur de la Montañas Rocosas; precisamente este aislamiento generó el clima desértico característico. Dentro de los cuatro grandes desiertos en América del Norte, el Desierto de Chihuahua se ubica como el más oriental y meridional en el continente. Su denominación se debe a que fue en el estado de Chihuahua donde se iniciaron los estudios pioneros de este ecosistema.
En este desierto a donde pertenece la laguna de Coahuila y Durango con más de un millón de habitantes su clima como la flora no son muy amigables y lo deseable es volver a convertir a la región en un verdadero oasis para lo cual se requiere agua y vegetación.
La vegetación y la precipitación ¿una relación de mutuo impacto? Es bien sabido que el agua es uno de los recursos más importantes para el crecimiento de las plantas, por lo cual la lluvia, dependiendo de sus características tiene una fuerte influencia sobre la vegetación de una zona determinada.
El clima influye directamente sobre el tipo de vegetación que se desarrolla en un lugar, y ambos elementos determinan la distribución del tipo de fauna en el mundo. La biodiversidad incluye todas las especies vegetales y animales que hay en el mundo.
Reponer los árboles y forestar, crear cuando menos tres áreas verdes generadoras de oxigeno, absorvedoras de toxinas y estimuladoras de lluvias, de no menos de 20 hectáreas cada una.
Si los laguneros desean heredar a sus hijos, nietos y futuras generaciones un lugar hospitalario, amigable y bello, deben hoy (ya) cuidar el agua y forestar, reforestar toda la Laguna de Coahuila y Durango y si en su empeño cuentan con las autoridades municipales, estatales y federales, que bueno, los emprendedores del programa deben ser los ciudadanos apoyados con sus instituciones sociales y universitarias.
Hoy hay un ambiente de despreocupación en la mayoría de los laguneros que se inculca en la familia, escuela, universidad, empresa, colonia y barrio, por lo cual el cuidado del agua es tema olvidado y la creación de ecosistemas no figura en ninguna agenda.
La solución es la educación desde la infancia, en vez de la ideología de género, educar para ayudar a la ecología regional. Educación con teoría y práctica del conocimiento de la flora y del agua, para su cuidado y para su mejor aprovechamiento.
Una actividad que nos llenará de orgullo y beneficio ecológico para todos es la forestación del cerro donde está ubicado el Santuario del Cristo de la Noas, proyecto que se logrará con la suma de voluntades de todos los Laguneros y sus aportaciones. En el aquí y ahora se requiere una cruzada de los habitantes laguneros de ambos estados y desde las edades más tiernas hasta los adultos mayores para cuidar los árboles, para reponer los que se sacaron, para podarlos, para evitar que arboles lastimados mueran o en peligro de caerse sean salvados, dedicar un día a la familia por semana para hacer esta noble y vital labor para cuidar el agua y la flora y por ende para beneficio de todos los habitantes de la Laguna. Usted lector dice la última palabra.