La mejor columna política de La Laguna, por SinCensura®.
Falta poco menos de una semana para las elecciones del 2 de junio, las más grandes de la historia del país. Este suceso no solamente tendrá relevancia en México, sino que también varias naciones tendrán la mirada puesta en lo que llegue a suceder en estos comicios.
Y es que hay expectativas respecto a si habrá continuidad de Morena y sus aliados en el poder o si cambiará la tendencia para que el bloque opositor pueda llevarse la Presidencia de la República.
Era la noche del 2 de julio del año 2000, y el entonces presidente Ernesto Zedillo, llamó por teléfono al embajador de Estados Unidos en México, Jeffrey S. Davidow. Durante la conversación, Zedillo le comunicó que el ganador de las elecciones de ese año era Vicente Fox, lo que luego anunció en cadena nacional.
Mientras eso sucedía, el candidato priista Francisco Labastida, se dirigía al Auditorio “Plutarco Elías Calles” del PRI a declarar su victoria. Pero Zedillo le ganó la jugada. Era el fin de un gobierno de más de 70 años del todo poderoso Partido Revolucionario Institucional.
¿Hubo un pacto de transición con el gobierno de Estados Unidos, encabezado por Bill Clinton?
Los hechos hablan por sí solos. Para darle certidumbre a la potencia mundial, Zedillo actuó como jefe de Estado y de Gobierno.
La polarización actual es vieja. Durante el sexenio de Vicente Fox, el desafuero como jefe de Gobierno del Distrito Federal de Andrés Manuel López Obrador, se convirtió en odio.
La fragmentación se multiplicó en las campañas de 2006. Se le quiso desplazar de la contienda electoral y para ello se aliaron el PAN y PRI. El 7 de abril de 2005 juntaron los votos necesarios para destituirlo por desacato al no suspender un camino en el predio “El Encino”, en Iztapalapa.
La iniciativa partió de la oficina presidencial y fue el secretario privado foxista, Alfonso Durazo —hoy gobernador de Sonora—, quien hizo las gestiones ante la Cámara de Diputados. Luego Durazo lo interpretó como un acto para impulsar a Marta Sahagún.
El oficialismo en su conjunto y el candidato panista a la Presidencia, Felipe Calderón, contuvieron el avance lopezobradorista con una frase real pero aniquiladora: “López Obrador es un peligro para México”.
Con Calderón se estigmatizó más a López Obrador y esta segmentación prosiguió durante el gobierno del priista Enrique Peña Nieto.
Por esas fechas, mucho se dijo que el entonces gobernador del Estado de México, Peña Nieto le había transferido 200 mil votos al panista para que no hubiese cuestionamiento a su victoria.
López Obrador no se tragó la trampa, y emprendió una cruzada contra lo que hasta la fecha llamó “fraude electoral”. Y movilizó a sus huestes con el plantón de 50 días sobre Paseo de la Reforma, para ampliar la división de la sociedad.
Para la elección de 2012, la historia electoral de México parecía estar escrita de nuevo. Peña Nieto se alzó con el triunfo aún con el pataleo del político tabasqueño, quien le arrebató la candidatura a Marcelo Ebrard, en una maniobra por demás chantajista.
El desprestigio del mexiquense a causa de la corrupción evidente le creó el espacio para llegar a Palacio Nacional en 2018, no para gobernar bien y satisfacer expectativas sociales, sino para vengarse de agravios.
Compró la semilla de odio sembrada por Vicente Fox y multiplicó la polarización, con consecuencias graves para el país.
Entre 2012 y 2018, hubo elecciones en el Estado de México. En 2017 se supo de un presunto pacto entre Peña Nieto y el inminente candidato presidencial López Obrador. Dicho acuerdo consistió en que el oriundo de Macuspana no haría nada si Alfredo Del Mazo ganaba a la buena. Así sucedió.
Paralelamente corrieron una y mil versiones, en cuanto a que Peña Nieto había acordado ceder el poder a López Obrador ante un debilitado candidato priista José Antonio Meade.
¿Hubo una transición pactada? Todo apunta a que así sucedió, y si no, pues mucho se le pareció, según lo acontecido.
La presunción de Claudia Sheinbaum de que podría haber un “fraude electoral’’ el próximo 2 de junio no se sostiene si se considera que los fraudes siempre se cometen desde el poder.
Vamos, la oposición ni siquiera tiene acreditados al 100% de los representantes de casilla, lo que, en todo caso, facilitaría que Morena hiciera con el conteo de votos lo que quisiera en un buen número de municipios de México. Se vale curarse en salud, pero el argumento de que “ya los conocen’’, resulta, con esta composición política, irrisorio.
Una victoria de Claudia Sheinbaum —sucesora elegida de López Obrador—, significaría la continuidad de una agenda de economía nacionalista de la izquierda y de eliminar controles y equilibrios constitucionales. El presidente espera que Sheinbaum gane con un amplio margen las elecciones presidenciales con el fin de que lleve a Morena a quedarse con mayorías de dos tercios en la Cámara de Diputados y el Senado de la República.
Los principales candidatos presidenciales ofrecen a los votantes una opción sobre si elegir a la sucesora designada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum, o a la candidata de la alianza opositora, Xóchitl Gálvez, quien ha prometido implementar cambios políticos en varias áreas.
La elección más grande de la historia está cerca. Una de las últimas acciones relevantes fue el debate presidencial del domingo anterior. De ahí en adelante ya se hablará solo de la secuencia de cierres de campaña.
Pero también, sobre la tragedia sucedida en Nuevo León tras el colapso del escenario donde el candidato presidencial emecista Jorge Álvarez Máynez celebraba un mitin de cierre de campaña de Lorenia Canavati, candidata a la alcaldía de San Pedro Garza García, al menos se contabilizan 9 muertos y 60 heridos. Por su parte, el dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado, anunció la suspensión del resto de los actos de campaña. Hay luto nacional.
Más allá del resultado electoral del 2 de junio en la Ciudad de México, el activismo de la #MareaRosa concluyó con la rijosidad a tope, hubo jalones sobre la bandera, el uso del color rosa y la aparición de activistas de la CNTE en el Zócalo.
Citando a un clásico de la política nacional, “haiga sido como haiga sido’’, la llamada #MareaRosa volvió a mostrar músculo, está vez en apoyo a la candidata presidencial opositora Xóchitl Gálvez.
La concentración, que se replicó en varias ciudades del país e incluso algunas en el extranjero, debe entenderse como una muestra de que la elección no está decidida ni es un “mero trámite’’. Por el contrario.
Xóchilt llegó al tercer debate presidencial con el tanque de oxígeno que representó el apoyo masivo de la gente de rosa. Independientemente de los obstáculos físicos y políticos que la ola rosa tuvo que sortear, destaca el hecho de que la ciudadanía sí está conectada con el proceso electoral.
El reto es superar la participación ciudadana del 63.42% que se registró en la elección del 2018.
En 1994, en la elección que ganó Ernesto Zedillo, participó el 77.16% del padrón electoral, el mayor porcentaje registrado en una votación.
En la elección del 2000, que ganó Vicente Fox, el porcentaje de participación fue del 63.97%, casi igual que el registrado en la elección que ganó López Obrador.
En el 2006, el porcentaje de mexicanos registrados en el padrón electoral que votaron fue del 58.55%, la elección la ganó Felipe Calderón y en el 2012, participó el 63.1% de los ciudadanos con credencial de elector, el ganador fue Enrique Peña Nieto.
Morena quedara peor que en la pasada elección de gobernador, donde por lo menos estaba dividido entre dos bandos: Armando Guadiana (QEPD) y Ricardo "El Tigre" Mejía.
Cecilia Guadiana no puede ver a Luis Fernando Salazar porque le ganó el primer lugar en la fórmula al Senado; Shamir Fernández trae pleito con Diego del Bosque; Antonio Attolini ya se peleó con Alberto Hurtado en el Congreso Local; y el resto, están en contra del teatro que montó Tania Flores en Múzquiz.
Esta semana comenzó a circular en redes sociales una campaña del #VotoÚtil a favor del PRI para conservar la paz, la seguridad pública, los empleos, los servicios públicos y los buenos gobiernos en Coahuila. En teoría todo va bien.
De primera mano, nos revelan que la contienda por la alcaldía de Torreón, nos hace presagiar un final rotundo a favor del alcalde priista que busca reelegirse. La ciudadanía ya decidió: Román se queda.
Por un lado, el alcalde priista Román Alberto Cepeda, ha recibido todo el respaldo de su partido y apoyo del gobernador Manolo Jiménez Salinas. Además de que cuadros morenistas —de último momento— declinaron a favor del priista, tal es el caso del regidor Cristian López.
Del otro lado, es todo lo contrario con el candidato morenista Shamir Fernández que va en caída libre. A menos de una semana de la jornada electoral del 2 de junio, todas las encuestas que circulan en plataformas digitales, lo ubican entre 5 y 10 puntos por debajo de Román. Es hora de pagar muchas facturas.
Hay otro que tiene el panorama muy difícil, es el alcalde panista Mario Dávila, le renunciaron de golpe 26 funcionarios. Todos se fueron a apoyar al priista Carlos Villarreal, quien va derechito a recuperar la presidencia municipal de Monclova.
Hoy, los monclovenses exigen un cambio y el joven Carlos Villarreal lo representa, cada vez, tiene más fuerza. Mario Dávila, perderá, al mismo tiempo, la alcaldía de Monclova y la dirigencia estatal del PAN. Después de la elección del domingo, se le vendrá la noche.
El tiempo ha puesto todo en su lugar. Al sentirse derrotada y ver que su sueño de reelegirse ya no es posible, la alcaldesa de Múzquiz, Tania Flores, montó un teatro provocando la violencia que nadie quiere, que todos rechazan, como ahora la rechazan todos a ella.
Tuvo que intervenir la Policía Estatal, la Guardia Nacional y el Ejército para que regresara la tranquilidad entre los ciudadanos.
Usó de manera incorrecta a la Policía Municipal al inventar un escenario político que derivó en la detención ilegal de un ciudadano por 6 horas. Prácticamente, se trató de un secuestro que derivó en protestas de los ciudadanos y el enfrentamiento contra la Policía Municipal.
Ante la actuación parcial de la Policía Municipal y en respuesta a la petición de los ciudadanos intervino la Policía Estatal, al mando del secretario de Seguridad, Federico Fernández, también intervino la Fiscalía General del Estado de Gerardo Márquez.
Finalmente, después de casi 90 días de intensa campaña y de recorrer todos los municipios de Coahuila, Miguel Riquelme y María Bárbara Cepeda, la fórmula del PRI al Senado de la República, este próximo domingo, alzarán la mano en señal de victoria. Enhorabuena.
¡Vota! Por ti, por tu familia y por tu país… Nos leemos el 3 de junio.
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