Después de haber visto y analizado el primer debate presidencial entre Claudia Sheinbaum, candidata de MORENA, PT y PVEM; Xóchitl Gálvez, por PRI, PAN y PRD; y Jorge Álvarez, de MC; (citados por orden de probabilidades de ganar), el pasado domingo 7 de abril; con expectación, por haber sido el primero, para ver su vestuario, sus gestos y ademanes, su comportamiento, su agilidad mental, su capacidad intelectual, su preparación política y cultural, sobre todo por escuchar su proyecto de nación; este segundo debate presidencial el próximo domingo 28 de abril, ya no hay mucho nuevo que esperar.
Lo novedoso va a ser lo que diga Xóchitl Gálvez, quien declaró que en este próximo debate sí va a ser ella misma, no la que fue en el primero en el que dijo e hizo lo que le indicaron sus asesores, empezando con el abandono de su huipil y su florido lenguaje (propio de un carretonero, con perdón de él); lo que quiere decir que no fue auténtica, que le administraron el cerebro, que le faltó carácter para hacer ella la que pensara por sí misma y actuara conforme a sus propias convicciones, las que se traen con uno en todo tiempo y lugar y ante cualquier persona y audiencia, como parte del ser y del deber ser.
Los debates electorales se parecen a los partidos de futbol, de béisbol y de cualquier otro deporte, o a las peleas de box, cuyos equipos tienen sus respectivos seguidores o aficionados que quieren que gane su favorito; buscándoles defectos a sus rivales y viéndoles cualidades, que aunque pierdan les siguen yendo a ellos; a pesar de que no tengan con qué ganar; como en el caso de Xóchitl Gálvez, que en lo personal no tiene absolutamente nada con que ganar las elecciones dentro de cinco semanas, el domingo 2 de junio; echándoles la culpa a los árbitros en caso de perder.
Los únicos que siguen a Xóchitl Gálvez, son los mismos que votaron por Ricardo Anaya, del PAN y por José Antonio Meade, del PRI, en las pasadas elecciones presidenciales el 1° de julio de 2018, y algunos otros que vieron afectados sus injustos privilegios con el actual régimen, que a toda costa quieren volverlos a tener con ella en el imposible caso de que llegare a ganar; y que afortunadamente son los menos.
En cambio, las grandes mayorías de México, que desde Lázaro Cárdenas, no habían tenido un gobierno que viera por ellos, como el actual, que las ha hecho revolucionar sus conciencias; quieren que continúe, pero con cambios, con mejorías, con más bienestar, con Claudia Sheinbaum.