Hay épocas, circunstancias y condiciones en la vida de los pueblos que les dan la oportunidad de escribir una historia nueva. Ese momento le llega al pueblo mexicano y son los líderes empresariales, religiosos, académicos, sociales, asociaciones de mujeres, profesionistas, campesinos, militares, estudiantes, comerciantes, inversionistas, jubilados, pensionados, burócratas, etc, quienes llevan sobre sus espaldas cambiar el rumbo del país.
Una sociedad se caracteriza por la diversidad de sus integrantes y en un país la diversidad es mucho mayor y aún así hay muchas coincidencia que le dan unidad (religión, idiomas, cultura, territorio, civilización, historia, mitos, etc.) para transitar a su fin y si ese fin está en la conciencia y en el corazón (voluntad) de la mayoría de los habitantes se convertirán en una gran nación.
Es así que nuevamente los mexicanos tienen frente así la época, las circunstancias y las condiciones para demostrar de qué están hechos y si son dignos de merecer la libertad, la justicia y la paz que sus antepasados les legaron a través de la cultura y civilización cristiana occidental.
Cuando los pueblos no se percatan de las oportunidades que tienen ante sí, lo más seguro es que le vengan graves y largos periodos de calamidades y miserias porque la época es un instante de tiempo elegido como origen de una determinada era del calendario, la circunstancia es la condición o situación que rodea y afecta a alguien o algo, en tanto la condición es una situación indispensable para la existencia de un cambio.
La historia universal nos da muchos testimonios y ejemplos de pueblos que aprovecharon la oportunidad y salieron adelante y se convirtieron en potencia mundial y también de otros que la desaprovecharon y siguen en el subdesarrollo rodeados de millones de personas y familias que viven en la miseria.
Después de las dos grandes guerras llamadas mundiales, en que también los países “ganadores” sufrieron grandes estragos en su población, en su economía, en su infraestructura y miles de instituciones dejaron de prestar sus servicios afectando el buen vivir de sus pobladores, algunos de ellos aprovecharon las circunstancias y condiciones para salir adelante.
Ahora pensemos en las condiciones en que quedaron las naciones que perdieron la guerra, además de las calamidades sufridas en toda su infraestructura, estructura e instituciones llevan el peso de las indemnizaciones a pagar, por muchos años, a los ganadores y además la pérdida de libertades que les imponen los gobiernos triunfantes.
Al analizar cómo enfrentaron cada pueblo, perdedores y ganadores, sus limitaciones del año 1945 a la fecha se dan situaciones sorprendentes y contrastantes, unos se levantaron de las cenizas y se convirtieron en pueblos prósperos garantizando el bien vivir para sus habitantes e inclusive para ayudar a otros pueblos, en tanto que otros países no salieron de su atraso y miseria.
Ejemplos de los primeros son: Japón, Alemania, Italia, Francia, Polonia, Hungría, etc., y ejemplo de los segundos Ucrania, México, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Argentina, parte de África, etc.
Enseguida veremos qué hay de común entre los pueblos que son potencias mundiales y los pueblos que son dependientes y subdesarrollados, veamos: Todos tienen territorio, tienen idioma, tienen historia, cuentan recursos naturales, tienen sus creencias y cultura, producen bienes y servicios gracias a su industria y empresas, tienen sistema educativo, ejército, policía, técnicos, artistas, profesionistas y profesionales, sistema financiero, etc.
Así como tienen semejanzas también tiene diferencia entre ellas están: La honestidad de sus líderes; la cantidad de estadistas; el compromiso con el Bien Común de sus gobernantes, los empresarios, las instituciones públicas y privadas; El arraigo en la población de vicios y virtudes; la calidad de la educación y el sistema educativo; el sistema de salud; el amor a la patria; la capacidad de sacrificio de su pueblo; su compromiso y participación en la vida pública; Lo anterior más que una comparación entre los pueblos, que luego no son muy bien aceptadas, es una analogía (en parte igual y en parte diferente) entre los países, ejercicio que ayuda a explicar el desarrollo y progreso de unas naciones o su atraso y miseria.
Dale un vergel a un pueblo mayoritariamente mediocre y lo convertirá en un erial, Dale un desierto a un pueblo educado y lo convertirá en un vergel. La siguiente cita sirve para valorar la oportunidad que tiene los mexicanos en hacer una historia nueva.
“Se habla, no obstante, se escribe, se declama contra el servilismo, bajo el concepto más odioso; se señalan con el dedo partidarios de él; se cuenta su excesivo número; se exagera su poder, y tal vez se añade, por un audaz de mala intención, que el gobierno le favorece. Por el contrario, ¡qué de invectivas contra el liberalismo exaltado! Se persigue, se ataca, se desacredita, como si estuviéramos envueltos en. los funestos horrores de una tumultuosa democracia, ó como si no hubiese más ley que las voces desconcertadas de un pueblo ciego y enfurecido. Se cree minado el solio augusto de la Religión y entronizada la impiedad. ¡ Qué delirio ! así se siembra el descontento, se provoca la desunión, se enciende la tea de la discordia, se preparan las animosidades, se fomentan las facciones y se buscan las trágicas escenas de la anarquía. Estas son puntualmente las miras atroces de unos pocos perturbadores de la dulce paz. ¡ Seres miserables que vinculan su suerte en la disolución del Estado, que en las convulsiones y trastornos se prometen ocupar puestos que en el orden no pueden obtener, porque carecen de las virtudes necesarias para llegar a ellos; que á pretexto de salvar a los oprimidos, meditan alzarse con la tiranía más desenfrenada; que a fuer de protectores de la humanidad, precipitan su ruina y desolación! ¡ Ah! ábrenos el cielo de los espantosos desastres que se nos han pronosticado por algunos espíritus débiles y por otros dañados para los momentos críticos en que vamos a constituirnos. Las naciones extranjeras nos observan cuidadosamente, esperando que se desmientan ó verifiquen tan ominosos anuncios, para respetar nuestra cordura ó para aprovecharse de nuestra ineptitud”. Parte de la Arenga de Iturbide al instalar el Congreso, 24 de febrero 1822.los mexicanos Los mexicanos están frente a su época, circunstancias y condiciones, lo que se debe esperar es que la aprovechen y saquen al país del fondo del abismo. Usted lector dice la última palabra.