El premio Nobel de medicina 2023 ha sido otorgado a la bioquímica húngara Katalin Karikó y al científico norteamericano Drew Weissman, investigadores ambos de la Universidad de Pensilvania. Antes de obtener este premio, el más prestigioso en lo que se refiere a reconocimientos sobre investigación en medicina, habían obtenido otros galardones como el premio Lasker o el Princesa de Asturias en 2021. Merecido reconocimiento a quienes, con sus aportes científicos, acortaron sensiblemente el tiempo necesario para producir una vacuna que permitiera enfrentar con éxito al covid-19.
Karikó es un ejemplo de que el paso de una mujer en el campo científico es particularmente difícil, precisamente por cuestiones de género. Es decir, la condición de mujer, en el caso de Kerikó, la hizo enfrentar más retos que su colega Weissman. Por ejemplo, menciona que el Nobel le es particularmente gratificante porque le recuerda los 40 años de investigaciones que realizó no sólo sin lograr obtener ningún premio, sino que además no pudo obtener apoyo económico para sus investigaciones.
De hecho, en la Universidad de Pensilvania tampoco creían mucho en sus habilidades como investigadora pues estuvo a punto de ser despedida y, de hecho, cuando era la candidata natural a un ascenso comenta que “simplemente me degradaron y esperaban que me fuera”. Y aún cuando llegó un momento en que ya era invitada a dar conferencias a científicos de renombre, todavía se encontraba con el escepticismo respecto a que sus conocimientos fuesen producto de sus propias investigaciones. Este escepticismo se expresaba en el hecho de que al término de sus conferencias solían preguntarle: “Quién es su supervisor?”, como si ella fuese incapaz de desarrollar por sí misma los conocimientos que exponía en sus participaciones académicas.
Por lo demás, el caso de Karikó no es sino una muestra más de que el mundo científico está dominado por la visión patriarcal, una perspectiva que ve a mujer, en el mejor de los casos, como alguien que puede ser ayudante del investigador varón, pero a quien difícilmente se le reconoce capacidad de liderazgo científico.
De hecho, de las 226 personas que han obtenido el Nobel de Medicina o Fisiología solamente 13 son mujeres. La primer mujer en obtenerlo fue Gerti Cori quien lo obtuvo junto con su marido en 1947 cuando ambos trabajaban juntos, solo que ella, por ser mujer, ganaba mucho menos que su marido. Y así se puede rastrear lo dificultoso que es para una mujer dedicar su vida profesional al mundo de la ciencia. Por ello, el 11 de febrero de cada año la ONU celebra el Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia, precisamente para lograr el acceso y la participación plena y equitativa en la ciencia para las mujeres y las niñas.
Conviene recordar que los ganadores del Premio Nacional de Ciencias en la categoría Ciencias Físico.Matemáticas y Naturales son Annie Pardo Cemo (madre de Claudia Sheinbaum Pardo) y Roberto Escudero Derat, con lo que se muestra la presencia cada vez mayor de la mujer en el mundo de las ciencias. Aunque no son muchas las iniciativas que impulsen la participación femenina en el campo científico, vale la pena destacar el Premio para las Mujeres en la Ciencia impulsado por la alianza L´Oréal-UNESCO que además es apoyada por la Academia Mexicana de Ciencias y la Comisión Mexicana de Cooperación con la UNESCO (CONALMEX), que adicionalmente apoyan un Programa de Becas para mujeres científicas llamado Talentos nacientes.
En hora buena para Karikó y que esto sirva para impulsar la participación femenina en el campo científico.