Hace 55 años hubo en México dos acontecimientos de trascendencia mundial: los XIX Juegos Olímpicos, los primeros de la historia celebrados en América Latina, en los que por primera vez una mujer Enriqueta Basilio, portó la antorcha con el fuego olímpico y encendió el pebetero en el Estadio Olímpico Universitario de la Ciudad Universitaria de la UNAM, sede de la Olimpiada, y los mexicanos obtuvieron nueve medallas.
La sede de la Olimpiada en México, fue obtenida en 1963, por el Presidente Adolfo López Mateos; pero la inauguró el Presidente Gustavo Díaz Ordaz, el 12 de octubre de 1968; habiendo sido también la primera en un país en vías de desarrollo.
También pasa a la historia esta Olimpiada, por el saludo del Poder Negro, llevado a cabo desde el podio en la premiación como una protesta contra la segregación racial en EEUU, por los medallistas norteamericanos los atletas Tommie Smith (oro) y John Carlos (bronce), a quienes Peter Norman, ganador de la plata, los apoyó portando la insignia del Proyecto Olímpico para los Derechos Humanos; y quienes fueron duramente sancionados por el Comité Olímpico Internacional, y por el gobierno de su país.
Estos XIX juegos olímpicos fueron todo un éxito, a pesar de que hacía diez días, el 2 de octubre, había sido un día de dolor y de duelo para México por la matanza de cientos de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, con lo que Díaz Ordaz, ponía punto final al movimiento del 68, iniciado desde el 26 de julio, día del inicio de la Revolución Cubana; y cuyo movimiento fue en contra de la represión del gobierno y la falta de libertades públicas y la ausencia de democracia en la vida de México.
A 55 años de que ocurrieron esos dos importantes y trascendentales hechos, no nada más de México, sino de todo el mundo, los mexicanos recordamos muy poco las olimpiadas; mientras que el 2 de octubre ¡No se olvida!; y no se olvida porque todavía ha habido casos como Aguas Blancas, Acteal, Ayotzinapa y otros, en los que el gobierno mató a decenas de campesinos y estudiantes; y todavía está latente la vocación represora y criminal del Estado Mexicano.
Afortunadamente, en el actual gobierno de México, el Estado ha dejado de ser represor del pueblo, para convertirse en su defensor; aunque ha fallado en el combate contra la violencia en el país.
Pero de todas maneras el 2 de octubre es y seguirá siendo un referente para la democracia y un freno para la represión del Estado; por eso los mexicanos nunca debemos de olvidarlo.