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¿Sorprende?, No. ¿Indigna?, Sí. Los hechos se sucedieron uno tras otro casi como si estuviesen concatenados. Primero el PVEM declinando en favor del partido morena, pero sin que su candidato decline oficialmente, posteriormente, el PT haciendo lo propio con la candidatura de Ricardo Mejía Berdeja, sin que este oficialmente decline, es decir, ambos se han quedado huérfanos de partido al final de la contienda electoral en su etapa de campañas y a pocos días de la jornada electoral. Ya lo había señalado en colaboraciones anteriores, se trata de un gran acuerdo cupular, de una gran “concertacesión” en donde las decisiones ya están tomadas mientras que los militantes, simpatizantes y al final electores no son más que espectadores dentro de este gran circo llamado política. Al final se trata de la elección presidencial de 2024 y las alianzas que permitirán no quedar fuera del reparto del pastel político. El PVEM y el PT van en alianza con morena para dicha elección federal, por ello resultaba extraño y fuera de lugar que no respetara esa alianza en una elección local, sobre todo cuando el gran acuerdo del reparto entre Coahuila y el Estado de México quedó en evidencia con la imposición del rival más débil abanderando morena y con ello frenar la ola guinda que sin duda pintará el Estado de México con su color en la antesala de lo que sin duda será la retención de la presidencia por parte del partido del presidente AMLO. Sin embargo, hay que ser claros, dichas declinaciones no abonarán en lo absoluto al candidato morenista Armando Guadiana, quien difícilmente desempeñará mejor papel que su candidatura por la gubernatura en 2017; en primer lugar porque su imposición sigue incomodando y molestando a los morenistas originales, en segundo lugar, porque morena se ha llenado de “juniors” que no representan en lo absoluto una corriente ideológica y auténtica de izquierda y por ello morena a dejado de representar una alternativa diferente a lo que históricamente conocemos en la política mexicana. Quienes no militamos ni simpatizamos con ningún partido, solo vemos un panorama aciago de continuismo que asegura la permanencia de los mismos grupos de amigos y familiares en el poder por otros seis años más y este escenario sin duda abonará al abstencionismo el día de la elección, pues independientemente de la rebeldía de Mejía Berdeja y Lenin Pérez no parece haber nada que indique que el PRI perderá la gubernatura. Lo que queda claro en estos escenarios es la facilidad de muda de piel partidista de tantas personas que primero fueron priistas, luego morenistas, luego petistas, o primero udecistas, luego ecologistas y al final, todos huérfanos, aunque han demostrado su capacidad de adaptación a cualquier ambiente con tal de aparecer en la nómina gubernamental del cualquier nivel de gobierno. Patético, vergonzoso y lamentable escenario el que estamos viendo en Coahuila, pero nada sorprendente dado el nivel de pusilanimidad de la clase política que sigue haciendo y deshaciendo en altas esferas de decisión, mientras abajo se desgarran las vestiduras ciudadanos de a pie que termina como simple bufones enemistados con sus vecinos y amigos por grandes negociaciones partidistas que ignoran en su totalidad.