Arrancamos… El historiador Daniel Cosio Villegas, en un brillante estudio sobre el presidente Luis Echeverría, hizo famosa la frase con que tituló su libro: El estilo personal de gobernar. Justificaba sus reflexiones por el hecho de que en México la gran debilidad de las instituciones políticas, ante el inmenso poder del presidente, hacían necesario examinar el temperamento, el carácter, las simpatías y las antipatías, la educación y la experiencia de la persona que ejerce el Poder Ejecutivo. Con esto impulsó una manera de comentar la vida política que toma menos en cuenta las ideas y el contexto social, para concentrarse en el estilo personal que los presidentes le imprimen a sus actos y declaraciones. No proponía Cosío Villegas un análisis psicológico del presidente, sino una reflexión sobre las huellas que su carácter dejaba en sus obras y sus palabras. Ante la peculiar fisonomía mental del presidente López Obrador, los comentaristas y los analistas han encontrado un terreno fértil para sus reflexiones. Les facilita su trabajo el hecho de que el presidente hace una especie de catarsis en sus cotidianas conferencias de prensa, las famosas "'mañaneras", donde practica el arte de madrugar para ver si logra que amanezca más temprano en el país, y se disipe la oscuridad gracias al conjuro de sus palabras. El estilo muchas veces oculta las situaciones en las que transcurre la escena política. No siempre es revelador. El estilo del gesticulador que presentó Rodolfo Usigli en su conocida obra de teatro es la máscara de quien asume una identidad revolucionaria que no es la suya. Es posible que esta idea provenga de Schopenhauer, quien pensaba que imitar el estilo de otro hombre es como llevar una máscara, y que ello acaba provocando disgusto, porque carece de vida. En su conocido ensayo sobre el estilo Schopenhauer afirmó que el pensamiento es lo que da belleza al estilo, y que quienes no piensan bien tienen que adornar sus pensamientos con estilo. El estilo, así, puede ocultar al pensamiento débil. En México, desde Usigli, estamos hartos de contemplar el estilo de gesticuladores políticos que se esconden detrás de máscaras. Sin duda, las máscaras son reveladoras a su manera, como lo es también el estilo de gobernar de un político. ¿El estilo de López Obrador es el de un gesticulador? MI VERDAD.- La mejor opinión es la tuya.