Consultor y Analista Internacional
en Seguridad, Inteligencia y Defensa
Fundación Mexicanos Uniformados
EddyGranny.org
Desde el año 2012 este medio de comunicación me abrió semanalmente un espacio para exponer mis análisis y opiniones editoriales en materia de política internacional publicándolas puntualmente con total libertad y respeto. Hoy inicio un nuevo capítulo en mi vida profesional como presidente nacional de la Fundación Mexicanos Uniformados donde pretendemos hacer una amalgama entre autoridades y sociedad civil para transformar y dignificar a la policía de nuestro país integrando así una gran comunidad que se constituya en una fuerza de unidad nacional por el bien de México. Todos los policías de todas las policías. Y en este ejercicio cívico y político he podido identificar en mi trato cotidiano una diversidad de historias, anécdotas y experiencias dignas de hacer del conocimiento público merecedoras de un reconocimiento social, por lo que semana con semana estaré presentando HISTORIAS DE POLICÍAS en este mismo espacio. Y hoy comenzamos con el relato de un ex policía federal con gran carisma y personalidad, con una trayectoria profesional merecedora de relatar. En su mundo le conocen como Catalán. Tras dieciséis años de servicio en la entonces existente Policía Federal recorrió ciudades, pueblos y carreteras de todo México. En una decena de enfrentamientos armados arriesgó su vida y vio caer a compañeros en el cumplimiento de su deber. Como todo policía, día a día venció miedos, vicios y desafíos convencido de su vocación de servicio. Jamás dudó en ejercer su autoridad y responder con fuerza cuando la fuerza es la única salida. Nunca tuvo remordimientos de conciencia, pero experimentó en carne propia la impotencia que hoy en día viven muchos de nuestros policías cuando compañeros de servicio son levantados, desaparecidos o asesinados por el crimen organizado. Pero si un policía es rara vez reconocido por la sociedad a la que sirve día con día, peor es su suerte cuando es abandonado por su corporación o peor aún, inculpado por un delito que jamás cometió. Tras el levantón de dos policías federales, fue detenido un par de años después al identificarse su huella digital en la patrulla de los policías asesinados. Tan extraño fue que en una unidad vehicular apareciera solamente una huella digital que al tiempo fue liberado y exonerado de todo cargo. Pero quedó profundamente marcada la decepción de tan amarga experiencia. Durante mi entrevista me respondió que no hubo un día en que se arrepintiera de ser policía y que apoyaría a su hijo si decidiera seguir sus pasos profesionales pues servir a la sociedad arriesgando la vida con un pésimo reconocimiento es una vocación más que una profesión. Pero algo bueno salió de tan amargo trago. Identificó las necesidades que diariamente viven sus compañeros oficiales y reafirmó sus ideales por lo que ahora comienza un nuevo proyecto para cambiar las difíciles condiciones en que se desenvuelven nuestras autoridades, pero esta vez desde una trinchera distinta. Se debe legislar al respecto y para ello buscará los espacios políticos para que hagamos diputado a un policía. Al tiempo…