Existen recuerdos de mi niñez que son muy claros y otros que se están borrando y, desafortunadamente, se debe a que nuestra memoria va olvidando los cachitos de momentos felices.
Ahora, nunca deberíamos de olvidar a los que ya no están, porque de alguna forma siguen vivos, decía un cantante en una de sus canciones. El olvido entra si sabe que le vas a dejar la puerta abierta, y a mi casa nunca va a entrar.
A mí me gusta recordar a mis abuelos maternos, fueron para mí lo más hermoso que viví cuando era niño, con tan solo de acordarme su casa y la comida en aquellas navidades.
Ver a mis abuelos cocinar, aunque estuvieran cansados, lo hacían por amor a sus hijos y nietos.
La muerte de mis dos abuelos maternos fue lo más triste, primero se fue mi abuelo, el gran monarca o el líder de su familia.
Que sin él ya no éramos los mismos, ni su casa, que solo quedaba no más el puro cascarón, porque ni él, ya no era igual luego de ver a su amada esposa, romperse en mil pedazos, ya que ese hombre fue su gran amor.
Doce años después se fue mi abuela, fue muy duro ver a mi madre y a mis tíos, tías y primos verla partir.
Cada noche que me acuesto veo sus fotos para nunca olvidarme de mis amados abuelos.