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¿Es la desaparición del ejército el objetivo del presidente Andrés Manuel López Obrador al poner bajo las órdenes de la milicia a la guardia nacional? ¡Suena bastante absurdo! Algunos especialistas han dicho que sí y han elaborado una impresionante hoja de ruta como oráculos que parecen ser al detallar la manera en que AMLO desaparecerá al ejército. La guardia nacional fue el resultado de unir en una sola corporación a policías federales y policías militares de SEDENA y SEMAR, que se distinguieran de los soldados por su “proximidad social” y con labores de disuasión y prevención más que reacción, es decir, no tienen el mismo entrenamiento que las fuerzas armadas (ejército, marina y fuerza aérea), ni tampoco el mismo armamento. Dicha agrupación fue creada en este sexenio y ahora el presidente, antes de que termine su mandato, desea situarla bajo el mando del ejército aduciendo aspectos como la disciplina militar que es fundamental para el buen adiestramiento y sobre todo funcionamiento. En lo personal, lo que he notado es una mayor participación del ejército en este sexenio en muchos aspectos tales como la construcción de grandes obras como aeropuertos y en acciones clave para combatir la corrupción como el control de las aduanas y cargos de primer nivel dentro de la administración pública; por ello, lo que veo es a un presidente que confía mucho en el ejército y por ello no me sorprende su intención de entregarles el mando de la guardia nacional al ejército, al final se trata de la misma línea de apoyo gubernamental en las fuerzas armadas. Por lo pronto la iniciativa ya ha avanzado en la cámara de diputados, en donde la idea inicial del presidente era entregar al mando de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional hasta el año 2024, pero un extraño apoyo priísta lo ha prolongado hasta 2028 en la iniciativa y así espera ahora su turno de pasar la última prueba en el senado de la república para con ello completar el proyecto del presidente en el tema de seguridad nacional. Al tratarse de una tendencia gubernamental de apoyo en las fuerzas armadas, no encuentro la sospecha de que la Guardia vaya a terminar tragándose al ejército y convirtiendo a las fuerzas armadas en fuerzas de seguridad pública. Al final, se trata de la ya desgastada idea de “desmilitarizar” al país, situación que no se ha dado porque el crimen organizado sigue siendo fuerte y rebasando al Estado desde el 2006 cuando el entonces presidente Felipe Calderón inicia la guerra sin estrategia contra la delincuencia organizada. A final de cuentas se trata de algo simple: entregar el mando civil al mando militar; lo cual tampoco significa una “militarización” de la Guardia Nacional como otros lo quieren ver, sino de jerarquía más estricta y de mayor trascendencia, pues insisto, el adiestramiento no es el mismo. A final de cuentas, ni la estrategia de Calderón ni la de Peña Nieto ni la de AMLO hasta el momento han dado resultados por lo que probar con la nueva estrategia por sí misma debiera ser un tanto esperanzador y esperar al 2028 para ver los resultados de lo que hoy se cocina en el poder legislativo.