Un hombre millonario hace una fiesta en una de sus mansiones, toma un micrófono y se dirige a los invitados:
- ¡Oígnme un momento!, quiero mostrarles alguna de mis pertenencias. A mi derecha, pueden contemplar mi colección de Ferraris. Tengo más de 20 modelos distintos.
Todos los invitados aplauden y toman fotos, maravillados.
- A mi izquierda pueden ver mi colección de aviones. Tengo modelos de todas las épocas, desde la 1º Guerra Mundial hasta nuestros días.
La gente aplaude aún más fuerte, se ven flashes por todos lados, algunos invitados se desmayan, algo impresionante...
- Y aquí, delante mía, pueden ver esta piscina, en la cual tengo 10 cocodrilos africanos...
La gente vuelve a aplaudir, maravillada.
- ...Pues bien, les propongo algo. Quién sea capaz de atravesar esta piscina, recibirá una de mis colecciones, a elegir entre la de ferraris y la de aviones...
No le da tiempo a acabar la frase cuando uno de los invitados salta a la piscina. El tipo no lleva ni dos segundo en la piscina y ya se le han echado encima 4 cocodrilos. El invitado empieza a lanzar patadas, puñetazos, cabezazos, mientras los cocodrilos, que van aumentando en número lo muerden, le arrancan la ropa, se meten al invitado en la boca, se lo van pasando de boca en boca... El topo tiene tantas heridas que los animales ya no saben por donde cogerlo. Pero al cabo de media hora, el invitado logra salir de la piscina. El rico está fascinado, se dirige a él.
- ¡Impresionante, ha sido increíble!
Todos los invitados empiezan a aplaudir, nadie puede salir de su asombro ante lo que acaban de ver. El millonario retoma la palabra:
- Bueno, enhorabuena, acabas de conseguir uno de los regalos que he propuesto. Muy bien, ¿adónde quieres que te mande los Ferraris?
El invitado responde:
- No quiero los Ferraris
- Bueno pues, entonces dime adónde te mando los avi...
- No quiero los aviones, interrumpe el invitado
El hombre rico se extraña:
- ¿No quieres ni los Ferraris ni los Aviones?
- No - responde el invitado.
El hombre rico no da crédito, pero cómo ha quedado tan complacido por la exhibición decide ofrecerle algo mejor.
- Muy bien... voy a hacer una cosa. Te doy todas mis mansiones. Dime tu nombre para que ponga las escrituras de las casas a tu nombre
- No quiero tus mansiones
El rico se enfada.
- Bueno, ¿se puede saber qué es lo que quieres entonces?
- Yo lo que quiero es saber quién es el desgraciado que me empujó a la piscina.