POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR
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Ya se ha vuelto un evento anual que polariza a los mexicanos; los movimientos del 8 de marzo en conmemoración de las mujeres en cuanto a su lucha diaria por igualdad, justicia y una vida libre de violencia en todas las modalidades se ha caracterizado por actos de violencia que desde luego generan comentarios a favor y en contra; pero más allá de la polarización, vale la pena preguntarnos si se trata de un mal necesario, es decir, sabemos que no es correcto vandalizar espacios públicos ni mucho menos atentar contra propiedad privada, pero las cifras nos dejan ver que nuestras autoridades han hecho muy poco para erradicar la violencia contra las mujeres. En el año 2021, se registraron de manera lamentable 3462 asesinatos de mujeres en México, un promedio de 10 al día, una cifra alarmante, preocupante, indignante, y las cifras ignominiosas no termina aquí; pues en la felonía del maltrato de mujeres, 66.1% afirman haber experimentado un acto de este tipo lo que se vuelve una práctica social bastante común y perniciosa. No menos lastimoso resulta el informe de Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer que señala que la desigualdad entre mujeres y hombres es un fenómeno generalizado que redunda en que las mujeres carezcan de acceso a un empleo decente y enfrenten diferencias salariales por motivos de género. El organismo mundial señala que particularmente en México muchas mujeres siguen viviendo en condiciones de desigualdad debido a factores estructurales con respecto a los hombres, que van desde el terreno económico hasta el de la participación política, pasando por el acceso a la educación, salud y un empleo digno, por su parte el Banco Mundial nos ubica en el puesto 45 de 190 países en el índice de desigualdad según el Índice Mujeres, Empresas Y Derecho 2021. Podemos seguir presentando cifras y más cifras y la verdad es que conocer la realidad no hará que por sí sola la cambiemos, sino las acciones que como sociedad debemos tomar; y van desde la educación en casa a varones sobre el respeto y la no violencia contra las mujeres eliminando de raíz los roles predeterminados que ubican a la mujer en un escenario de sumisión frente al hombre, pero también endurecer las leyes que castiguen ejemplarmente a quienes las violenten, también fortalecer sus habilidades como emprendedoras, desarrollar una cultura en las escuelas de reconocimiento de sus derechos laborales, priorizar gubernamentalmente sus niveles de instrucción educativa y profesional, agilizar los sistemas para atención de denuncias femeninas sobre delitos o faltas contra sus derechos entre otras acciones que comiencen a revertir el lamentable escenario que padecen en México. Mientras eso no suceda, la realidad es que la violencia seguirá siendo una herramienta atractiva para hacerse escuchar ante una sociedad que parece indiferente ante la gravedad del panorama y la polarización, hay que decirlo y que quede bien claro, no ayuda, solo estanca y divide y lejos de resolver el problema, lo prolonga. Sí, es un mal necesario, hasta que la suma de acciones positivas den como resultado un país en donde la igualdad, el respeto y la paz sean los rasgos distintivos entre hombres y mujeres.
