POR: REDACCIÓN
Torreón, Coahuila.–
La Secretaría de Educación Pública, a través de su titular, Delfina Gómez y por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, puso fin al programa de Escuelas de Tiempo Completo, que beneficiaba a más de tres millones y medio de niños con educación y alimentación, principalmente, en las zonas de mayor marginación a lo largo y ancho de la república.
El programa comenzó a operar en el 2006, durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa y se mantuvo hasta este 2022. Sin embargo, el pasado 28 de febrero se anunció la conclusión del programa, lo que le ha valido fuertes críticas al gobierno encabezado por el presidente López Obrador, quien, se dice, ya había ordenado el cierre de las escuelas de tiempo completo a Esteban Moctezuma, quien se habría negado y con ello precipito su salida de la SEP.
Sin embargo, al menos 14 entidades de la república, entre las que no se encuentran ni Durango ni Coahuila, anunciaron que destinarán recursos propios para mantener las escuelas de tiempo completo funcionando, entre ellas, el gobierno de la Ciudad de México, cuya jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, incondicional del presidente y su favorita para sucederlo, también anunció que destinará presupuesto propio para seguir beneficiando a miles de pequeños que estudian bajo esta modalidad.
UNA TRAGEDIA
Anabell, maestra de preescolar de 36 años, relata para Sin Censura que el cierre de las escuelas de tiempo completo es una “tragedia” para millones de familias y niños, principalmente, de las zonas de mayor marginación. En su testimonio afirma que para muchos pequeños de educación básica el desayuno y la comida que recibían en estas escuelas eran las únicas comidas con que hacían al día. Por tanto, el cierre de este programa pone en una insuficiencia alimentaria a cientos de miles de menores que viven en las zonas con mayor nivel de marginación.
Pero no solo es la seguridad alimentaria que proveían las escuelas de tiempo completo, pues las familias que tenían a sus hijos en estos planteles tenían otros beneficios como despensas mensuales, uniformes y zapatos para los menores, así como actividades extracurriculares como danza, música, deportes, etc.
De hecho, los padres de familia también se involucraban con las escuelas de sus hijos y eran ellos mismos quienes se organizaban para atender los comedores comunitarios donde sus pequeños desayunaban y comían, además de la elaboración de las despensas que mes con mes se repartían.
El equipamiento de las aulas también era de destacarse, pues cada salón contaba con computadora propia para el maestro, cañón, impresora, y sistema de calefacción y aire acondicionado. Todo lo anterior, no era en vano, pues muchas de las escuelas de tiempo completo se encontraban dentro de las mejores, académicamente hablando, gracias al apoyo alimentario y de infraestructura que recibían. Lamentablemente, dice Anabell, “ya no habrá recursos para continuar”.
La educadora vivió en carne propia los beneficios de las escuelas de tiempo completo y se lamenta ahora con la decisión que tomaron desde la SEP, pues su hija de 8 años, acude a una de esas instituciones, y explica: “mi hija está en una escuela de tiempo completo, la metí ahí más que nada por el horario, porque me permitía llevarla e ir a recogerla, por eso nos pesa mucho la decisión que tomaron desde el gobierno de cerrar el programa”.
Y así como ella cientos de miles de padres de familia que enfrentan la incertidumbre ahora que han decidido ponerle fin a uno de los programas educativos más exitosos de las últimas décadas, reconocido incluso a nivel internacional. Anabell resume el sentir de muchos en una frase: “cómo es posible que mejor les den dinero a los Nini’s que no hacen nada, en lugar de apoyar a niños que se están formando y se esfuerzan por tener un mejor futuro”, concluyó.
