POR: SAMUEL CEPEDA TOVAR
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El federalismo no es un concepto que se refiere solo a ámbitos de gobierno, se compone por dos aspectos que hacen único y operativa esta palabra: soberanía y autonomía; y es esta última la que se toma en cuenta porque cada Estado y cada municipio tiene sus propios problemas, sobre todo en seguridad pública. Hay espacios geográficos cuyos delitos más frecuentes son el secuestro, otros los homicidios, otros los robos, otros la violencia doméstica, otros la extorsión; etc., por ello la autonomía se basa en que cada región o zona con base en sus necesidades sea atendida con políticas públicas muy particulares acorde a la singularidad de la problemática. Por ello sigo pensando que es absurdo que el gobierno del Estado insista en los mandos únicos y persista en incluir casi a la fuerza a los 38 municipios bajo la tutela de la seguridad pública estatal representada operativamente por las temidas PEC, PAR y PCC. El gobierno del Estado señala que el esquema del mando único garantiza tranquilidad, paz, unidad y confianza. Es cierto que este gobierno se ha caracterizado por blindar Coahuila, a diferencia de los gobiernos estatales anteriores que entregaron el Estado al crimen organizado y los enfrentamientos recientes en la frontera nos indican que la presencia de las fuerzas estatales ha sido positiva en la contención del avance de grupos delictivos, sin embargo, en todos los casos ha sido la intervención del ejército y la guardia nacional la que ha inclinado la balanza en favor de las fuerzas del orden. El gran problema y al que la han puesto muy poca atención es al grado de agravios que las fuerzas de seguridad estatales cometen en contra de ciudadanos, agravios y felonías que las autoridades no entienden por su rango que los vuelve intocables e imperturbables por cualquier agente policial. Son numerosas las quejas de ciudadanos sobre los abusos que agentes de la PCC, PAR y PEC cometen DIARIAMENTE en sus rondines de supuesta vigilancia. Decenas de casos han llegado a mi bandeja de Messenger para preguntarme cómo actuar ante actos como despojos, golpizas brutales, vejaciones, extorsiones que estos agentes cometen contra civiles diariamente; por las noches estos agentes circulan entre las colonias con luces apagadas no para capturar en flagrancia a criminales, sino para poder cazar a sus víctimas y obtener su cuota nocturna en completa impunidad, y si un ciudadano reclama además de requisar su vehículo se lleva una golpiza y amenazas en caso de denunciar. Confianza no hay en los agentes de seguridad estatales, unidad tampoco porque hay alcaldes electos que entienden este malestar y no quieren al mando único. Lo que el gobierno debería hacer es acercarse a diagnosticar cada región y apoyar con lo necesario a cada municipio respetando la autonomía de cada ayuntamiento, pero si persiste la idea de la unión “forzosamente voluntaria” entonces que se tome en serio el comportamiento de estos agentes, que graben cada detención que realizan, que reciban más capacitación en proximidad social, que los órganos defensores de derechos humanos en Coahuila realmente funcionen, que comience el despido de aquellos que abusan de su autoridad porque resulta patético que por la noches, cuando nos topamos una patrulla en lugar de sentir esa confianza de la cual habla el gobernador sentimos terror por el alto riesgo que ello implica.
