POR: PEDRO BELMARES O.
Algo que veo muy a menudo son mujeres jóvenes o mayores de 40 años, que se quejan de su cuerpo, y muchas veces gastan o invierten para cambiar algo de su cuerpo que no les agrada.
Creo que hacen bien en cambiar algo de su cuerpo que no les gusta, y es en algo que no se sientan cómodos, pero al mismo tiempo pienso que así nacimos con buena salud y eso se agradece: lo que Dios te da, seas como seas.
Esto me hace recordar una frase que dice AQUEL QUE TE HIZO A TÍ SIN TÍ, NO TE SALVARÁ A TÍ SIN TI.
Esto quiere decir que Dios te dio la vida, sin tomar tu consentimiento, y eso me pone a pensar que los que tenemos discapacidad o sin brazos o sin piernas, no renegamos como ustedes los normales hasta porque les salen granos en la cara. Todo el tiempo están inconformes con su cuerpo.
Para mí, y me pongo en lugar de todos los discapacitados, estoy conforme con mi cuerpo, pero, más que eso, vivo agradecido con la fortuna que Dios me haya dado la vida, con todo lo que conlleve tener una discapacidad o sin brazos o sin piernas.
Más allá de no tener extremidades, una persona, y hacer un día a día normal y sin renegar, pareciera que para las personas tener un buen cuerpo o la cara operada está de moda, sin fijarse que hay otros que no se quejan de su cuerpo.
