Torreon, Coah.
Edición:
18-Nov-2024
Año
21
Número:
927
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LA DERECHA MEXICANA / 792


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Por:
Sin Censura
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22-08-2021
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Edición:

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POR: MIGUEL ÁNGEL SAUCEDO L.

Dice Bernardo Barranco que los miembros del Yunque no creen en Dios sino en el poder (https://www.jornada.com.mx/2021/08/18/opinion/018a2pol). Pero, ¿qué es el Yunque? Es, según Barranco, una organización secreta que nace a inicios de los años cincuenta en Puebla, bajo el impulso del arzobispo Octaviano Márquez, alguien que, curiosamente, participó directamente en las sesiones de aquél famoso Concilio Vaticano II, convocado por la jerarquía eclesiástica precisamente para abrir las ventanas de la iglesia para que entrara el aire fresco de la feligresía que se alejaba de la misma porque en sus problemas cotidianos, sobre todo laborales y de tenencia de la tierra, no se sentían acompañados por esos ministros que predicaban un reino de justicia que, sin embargo, no existía en este mundo.

En la medida que ese Concilio abrió las posibilidades para que, en los hechos, feligreses y ministros interactuaran y dialogaran en torno a los problemas cotidianos de los creyentes, en esa misma medida surgieron nuevas perspectivas acerca de como vivir el catolicismo como una práctica de solidaridad con los habitantes más pobres de Latinoamérica. Uno de los productos más importantes de esos diálogos fue la construcción del concepto “estructuras de pecado” ya que, por primera vez, se asumía que las transgresiones a la ley divina eran no solamente individuales, sino que, también podrían expresarse en estructuras sociales que eran, en sí mismas, expresiones de pecado.

Lo anterior permitió ver que muchas de las conductas individuales estaban determinadas por lo injusto de, por ejemplo, las relaciones laborales. En la mayoría de los países latinoamericanos la legislación laboral era extremadamente favorable a la parte patronal de manera que la injusticia era legal, los salarios legalmente establecidos eran tan injustos que la pobreza era creciente lo que, a su vez, condenaba a muchos a robar para subsistir. Lo mismo podía decirse de las leyes que legalizaban la injusta distribución de la tierra, situación que hacía necesaria una Reforma Agraria que, sin embargo, nunca llegó.

En medio de tantas injusticias los feligreses empezaban a alejarse de la iglesia y algunos empezaban a acercarse a organizaciones que se alejaban de lo que la iglesia proponía. Tendían a crecer las organizaciones gremiales y de lucha por la tierra al tiempo que disminuía la feligresía. Esa era la razón de ser del Concilio Vaticano II, propiciar un cambio no radical de las estructuras sociales, algo que, al tiempo que distendía las contradicciones en la sociedad permitiera, también, que la iglesia recuperase feligreses y el protagonismo necesario para una institución que pretende guiar el comportamiento de la sociedad.

Sin embargo, como suele suceder, las posiciones aperturistas de la iglesia también generaron su contrario, es decir, gentes que sintieron que esas actitudes de apertura ponían en riesgo a la iglesia y, sobre todo, el papel que esta podía jugar en la sociedad. Así nació El Yunque, organización que, según Barranco, “tiene talante de un catolicismo ultraconservador, cercano al fascismo, con orígenes paramilitares y con tácticas de conspiración y violencia como instrumentos de acción política” por eso, como decía al principio, rinde mas culto al poder que a Dios. Y lo malo es que la violencia suele ser uno de los instrumentos favoritos para la búsqueda de esos espacios de poder.

Con la llegada de López Obrador a la presidencia de nuestro país, organizaciones tan derechistas como El Yunque han reactivado sus esfuerzos de colaboración y sus afanes de conseguir recursos económicos y políticos, nacionales y extranjeros para impulsar su agenda que nada tiene de democrática y muy poco de pacífica. Se esconden detrás de la iglesia y del PAN.

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