POR: REDACCIÓN
Torreón, Coahuila.–
Para nadie es un secreto que la escasez de agua es un problema cada vez más grave y recurrente en toda la región lagunera. Durante décadas, grupos ambientalistas han venido advirtiendo del grave problema que representa la sobreexplotación de los mantos acuíferos, que muestran signos cada vez más contundentes de abatimiento.
La falta del vital líquido no es exclusiva de un municipio o de una colonia en particular: es ya una realidad en toda la región. En Lerdo, el agua se tandea, es decir, que los habitantes de la otrora Ciudad Jardín solo tienen disponibilidad durante unas cuantas horas; en Gómez Palacio, las quejas por la falta de agua aumentaron más del 100% nada más durante el último mes; en Torreón, vecinos de colonias como La Vencedora y Antigua Aceitera se manifestaron después de semanas sin una gota para lo mínimo indispensable; lo mismo en Matamoros, donde ejidatarios de varias comunidades exigieron que se frene la sobreexplotación para disponer de agua en sus hogares; y en San Pedro, donde habitantes de la colonia Luis Donaldo Colosio no ven salir el agua de la llave desde noviembre del año pasado.
El futuro ya nos alcanzó, y todo parece indicar que el problema se agravará primero antes de solucionarse, principalmente, por los enormes intereses económicos que existen detrás del abatimiento de los mantos acuíferos que abastecen a la región de un recurso no renovable que, se supone, es de todos.
SOBREEXPLOTACIÓN Y CORRUPCIÓN
Para nadie es un secreto que la causa principal de la escasez de agua tiene que ver con la sobreexplotación, un añejo problema que ha ido de la mano con otro que ha agravado de manera importante el agotamiento del recurso hídrico: la corrupción. Organizaciones ambientalistas han puesto especial énfasis en que es urgente parar la corrupción al interior de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), que ha sido omisa, por no decir cómplice, en el descarado robo de miles de litros de agua que se comete a diario a la vista de todos, incluyendo los inspectores de CONAGUA.
De acuerdo con las estimaciones más conservadoras, el “huachicoleo” del agua supera los 500 millones de metros cúbicos anuales (mm3), lo que nos da una idea de por qué en toda La Laguna la escasez del vital líquido se ha generalizado. Según los datos disponibles, en un año de lluvias regulares, es decir sin sequía, como el actual, la naturaleza tiene la capacidad de recargar de manera natural esos 500 mm3, el problema es, que a los mantos acuíferos se le extraen otros 750 mm3 al año, que es la cantidad de agua concesionada por la CONAGUA de manera legal.
Lo anterior, significa que, ya de por sí, existe un déficit entre lo que la madre naturaleza nos otorga y lo que tomamos de subsuelo. Si a eso se le añade lo que se extrae de manera ilegal, la diferencia es brutal, y no hay acuífero que soporte tal nivel de depredación, menos, cuando estamos ubicados en pleno desierto, algo que le importa muy poco a quienes siguen ingresando millones de dólares a sus cuentas sin importarles que decenas de miles de laguneros no tengan agua para lo mínimo indispensable.
Y mientras en cientos de hogares hay que levantarse de madrugada para llenar botes, ollas o lo que se pueda para el día a día o esperar las pipas que abastecen a los ejidos y colonias populares, las norias clandestinas usadas para el riego de cultivos, principalmente la alfalfa que se utiliza para alimentar al hato ganadero más grande de la república, extraen miles de litros día y noche ante la complacencia de autoridades que tienen precio e intereses propios.
Como solución a la falta de agua, se ha propuesto potabilizar el agua de las presas con una inversión superior a los 11 mil millones de pesos, salidos de los impuestos de los contribuyentes, mediante un programa denominado Agua Saludable para La Laguna, que fue presentado por el presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador. Es decir, que la corrupción tiene patente de corso para seguir operando a sus anchas, pues en lugar de terminar con el “huachicoleo”, clausurar las norias clandestinas y tratar de recuperar el acuífero en la medida de lo posible, fue más sencillo gastar miles de millones de pesos del erario para no molestar a los potentados que se benefician de manera particular con un recurso que, se supone, es de todos, pero que muy pocos tienen la fortuna de disfrutar.
