POR: PEDRO BELMARES O.
Presencio un sublime paisaje frente a mí y en el horizonte están aquellas montañas distantes que cubren la llanura, con sus cimas acarician las nubes, quisiera ser ellas para estar cerca del firmamento y entre las nubes soñar.
Contemplo las palmeras que juegan al meneo del viento, susurran al ir y venir de su dividido follaje verde y seco, quisiera estar siempre cerca de ellas para tener su tropical alegría por el vértigo que crea el astro solar.
Admiro al árbol frondoso, ideal y perenne, cubierto por bellas hojas que en el otoño se desnuda ante mis ojos, y quisiera ser como tú para sentirme tenaz y robusto, que nada tema y sea firme en mis convicciones.
Distingo aromas de variadas flores, no importa si es rosa o girasol, tu divina perfección me impone al mirarte, quisiera ser tal cual eres admirada por toda la creación, obra magnífica, simbolizan el esplendor del amor.
Contemplo el panorama, santuario natural de tu esencia, regalo divino que el hombre no ha aprendido a valorar ni agradecer, todo lo hermoso que tú significas, ingrata humanidad que te hiere sin cesar.
Disfruto la vida misma que está contenida en la luz, en la flor, en el sol, en la abeja y en el colibrí, que extraen el néctar divino de las flores y dan vida a otros seres ¡Que belleza! ¡Oh, señor! Hay en toda la creación.
