Torreon, Coah.
Edición:
25-Nov-2024
Año
21
Número:
928
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Matamoros en manos de una familia ambiciosa y corrupta / 742


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Por:
Sin Censura
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09-05-2020
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Edición:

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El poder y con él la ambición, destruye familias. Esto lo debería saber el Alcalde de Matamoros, Horacio (ra)Piña, que, a menos de un año y medio en el cargo, él, junto con su familia, se enfilan al precipicio.

Primero fue el primo, Beto, el que ha creado un sinfín de problemas, pero con el visto bueno del Alcalde. Su vena y su fama de maloso, lo ha puesto en el ojo del huracán, por su sed insaciable de dinero y de poder.

Ahora, es el propio hijo del Presidente Municipal, quien ha sido denunciado y tendrá que responder ante el Ministerio Público, por ser acusado por comisariados ejidales, de exigirles dinero por la venta de cerveza, sin ser autoridad ni tener cargo alguno dentro del Municipio, sólo por ser hijo del Presidente.

Esto nos lleva a recordar algunos casos parecidos, de personajes que han entrado a la política, sólo para echar a perder su vida y prestigio, porque, por lo regular, el poder, va aparejado de la ambición, pues hay quienes creen que, llegar a un cargo público, es sinónimo de salir de pobre o hacerse más rico.

En Matamoros, quién no recuerda, al también médico, Javier Medina, que llegó a la Presidencia Municipal de Matamos, y, desde el primer día de su gobierno, comenzaron a aflorar los problemas, pues el Beto, de ese tiempo, se llama Javier, y es hermano del ex Presidente, quien, abusando de su posición y parentesco (fue nombrado Director de Egresos), comenzó a chantajear y a pedir moches a los proveedores del Municipio, a cambio de agilizar sus pagos, entre otras muchas pillerías que cometió. Como todos saben, los hermanos fueron a parar a la cárcel, donde estuvieron presos por más de un año.

En Torreón, sucedió algo parecido, que, por cierto, todavía el caso sigue abierto. Salomón Juan Marcos Issa, era un empresario ejemplar; católico devoto, esposo y padre de respeto entre las élites de Torreón. Un día, a Juan Marcos, le endulzaron el oído, diciéndoles que él podía ser Alcalde de Torreón y se la creyó. Incursionó en la política, invirtiéndole mucho dinero, con tal mala suerte, que perdió. Pero le seguían diciendo que una derrota no era nada, y al los tres años, volvió a postularse, invirtiendo carretadas de dinero y, para su fortuna, ganó.

Pero el dinero invertido la primera y la segunda vez, tenía que ser recuperado y, aunque no robó (que se sepa), las arcas del erario, sus hijos pensaron que con las relaciones y el poder de su padre, podían hacer “negocios” a través de los programas federales, pero se fueron a lo grande y eso acabó con la tranquilidad de toda la familia, hasta la fecha. Salomón perdió su prestigio y su honor, y sus hijos tuvieron que huir de Torreón.

Ahora, el hijo del Alcalde, Horacio (ra)Piña, está envuelto en un lío, porque, como los junior de Salomón, creen que el poder los hace intocables. Así que, a Horacio júnior, se le hizo fácil, por ser hijo del Alcalde, exigirles cuotas a los comisariados, por dejarlos vender cerveza, cosa que causó el enojo e inconformidad, por ser el hijo del Alcalde, quien estuviera aprovechando el cargo de su padre para cometer tamaña felonía.

Y es que, el dinero y el poder corrompen, más, cuando no se han enseñado y aprendido valores en el seno de la familia. Más, cuando el padre no sabe en los pasos en que andan sus hijos, en el mejor de los casos, en el peor, cuando sabe, y no actúa en consecuencia y hasta aplaude las pillerías que cometen. Y así, es como una familia más, sucumbe ante el encanto y la fantasía del poder, que dura, por cierto, muy poco.

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