POR: PEDRO BELMARES O.
Cuando recuerdo mi niñez, trato de guardar todo los momentos más hermosos que viví con los seres queridos que ya no están.
Pero también recuerdo a los amigos de mi infancia. He de decirles que mi niñez fue tan normal a un con mi discapacidad, quizás eso no me importó y me arrastraba hincado como podía. Jugaba con mis carritos, a veces solo, otras veces me visitaban mis vecinos o iba hasta su casa.
En casa de mis abuelos maternos siempre estaba con mis primos, los que venían de afuera a pasar vacaciones o los que vivían aquí en la misma ciudad.
Me les pegaba a ellos porque para mí son hermanos César, Gerardo, Carlos y Hugo, que era el más pequeño de los cinco.
Pero siempre estamos juntos, las noches eran muy divertidas, juntábamos los sillones de la sala en la casa de mis abuelos y platicábamos toda la noche, hasta que nos regañaban nos quedábamos dormidos.
Cada verano yo esperaba las vacaciones para volverlos a ver, yo vivía en Torreón y mis abuelos en Gómez Palacio.
La muerte de mi abuelo fue terrible para la familia. Yo lo veo así, como si mi abuelo fuera un pilar y toda la alegría se acabó, abuela pudo salir adelante sin mi abuelo, duro unos 12 años más.
La casa ya no era la misma, le faltaba su esencia que era mi abuelo, y el amor de esos dos viejitos.
Los cinco primos fuimos creciendo y haciendo cada quien lo suyo, nos veíamos de manera no muy frecuente pero nos alegra vernos cada vez que podamos, y así recordamos nuestra niñez.
Mi niñez fue lo más hermoso, como haya sido, con limitaciones, pero fui feliz.
