POR: PEDRO BELMARES O.
Al ver nuestra unión nos damos cuenta que hemos perdido el respeto y, asimismo, permitimos la falta de amor entre tú y yo.
Ya no somos nada de lo que fuimos antes, solo nos queda la desolación y el desamor.
Ahora, somos dos personas distantes que no nos importa lo que sienta el uno del otro, estamos solos frente a un abismo y nada nos puede ayudar.
Fuimos abriendo grietas muy profundas dentro de nuestro corazón, decidimos destruirnos antes que formar parte de un mismo ser.
Debemos adelantar el final de nuestro cruel destino, que es vivir apartado el uno como del otro, pero ya no habrá ni en ti ni en mí el odio ni rencor, seremos dos personas recordando solo lo que un día fue.
Aunque el amor puede renacer como cualquier planta, lo nuestro no tiene la fuerza para nacer de nuevo, solo queda el desierto; que en él nada florece ya.
