POR: FERNANDO RANGEL DE LEÓN
No es la primera vez que un Presidente de México, dispuso de un avión del Gobierno para trasladar los restos de un artista del extranjero a México; solo que al actual primer mandatario todos los que se ven afectados en sus injustos privilegios, nada más están buscando un pretexto para atacarlo.
El entonces Presidente Adolfo Ruiz Cortines, envió un avión a Los Ángeles, California, para trasladar a México, los restos de Jorge Negrete, fallecido el 5 de diciembre de 1953; el que no quiso utilizar su esposa María Félix, porque era una avión de la Secretaría de Agricultura, con asientos de madera corridos, y mejor rentó uno de American Airlines; y por cuyo deceso allá su canción “México, Lindo y Querido”, fue como “anillo al dedo”.
Esa decisión presidencial obedeció a que Jorge Negrete, era la máxima figura del cine nacional, el más grande charro cantor en el país, y el mejor embajador de la música mexicana en el mundo; además de haberse recibido de subteniente en el Heroico Colegio Militar, haber fundado la Asociación Nacional de Actores ANDA, y haber sido pilar de la cinematografía; lo que le dio mucho realce a nuestro país en el extranjero.
Jorge Negrete, por haberle cantado a la patria, a la revolución, a las costumbres, a la geografía, a la provincia y haber exaltado los valores del pueblo, reafirmó y enalteció la mexicanidad, a la que sus canciones le dieron identidad y sentimiento de pertenencia a esta nación; por eso se mereció que un Presidente mandara un avión al extranjero para traer sus restos a México; se declarara día de luto nacional, y se le velara en el Palacio de Bellas Artes, en donde su ataúd fue cubierto con la Bandera Nacional.
Los artistas y cantantes, así como todos los grandes hombres que interpretan las mejores aspiraciones del pueblo, son producto de la historia, y su obra trasciende a su existencia física.
José José, se convirtió en el “Príncipe de la canción”, porque le cantó al amor de gran mayoría de mexicanas y mexicanos, al amor de antes, de fuera y después del matrimonio; el amor apasionado, tormentoso, conflictivo; así como fue él; y eso precisamente fue lo que lo hizo grande entre los grandes.
Por eso el Presidente Andrés Manuel López Obrador, al considerar al “príncipe” un “ícono de la cultura popular”, dispuso que un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, fuera por sus restos a Miami, donde falleció el pasado 28 de septiembre, y los trajeran aquí para que el pueblo y el mundo artístico y de la política, le rindieran homenajes; como así fue en Bellas Artes, la Basílica de Guadalupe, y la colonia Clavería, en Ciudad de México.
Ojalá que siga habiendo grandes mexicanos para que se les rindan grandes honores, para bien de México.
