Nace una nueva forma de discriminación a nivel mundial, ¿saben cuál es?
¡Sí, PENSAR!
Según un artículo presentado por el New York Times, advierte que pensar se está convirtiendo en un verdadero lujo, y es que sólo en 2023, casi la mitad de los estadounidenses leyeron cero libros. En México, solamente se leyeron 3.2 libros en 2024.
Esto, según afirman expertos en el tema, se debe que los medios por los cuales obtenemos la mayoría de la información son digitales, evitando a toda costa los textos, y más si son aquellos que a simple viste se ven enormes. Digamos que difíciles de comprender.
Otros estudios hacen referencia a que el uso desmedido del celular está asociado a los síntomas del TDAH (Trastorno por Déficit de Atención), y que ahora, hasta los adultos sospechan que puedan padecer esta condición, por su evidente falta de concentración.
¿Y a qué viene todo esto? Bueno, algunos docentes de universidades estadounidenses asignan menos libros completos a sus alumnos, en gran medida, porque no hay una capacidad de comprensión y menos una voluntad de terminarlos.
No es lo mismo ver un vídeo que desmenuza toda una teoría en menos de 2 minutos, a leer un documento, analizarlo y llegar a una conclusión, después de horas. Pienso que el factor tiempo, juega un papel muy importante, y es que, en la sociedad de la “inmediatez”, quien obtiene primero la información, siente que lo ha ganado todo. Aunque eso implique ir caminando por la calle o ir empujando el carito del super, sin despegar los ojos del celular.
Todas las plataformas, como Facebook, Instagram, X, están diseñadas para crear adicción, mientras más deslizamos la pantalla y obtenemos likes, más queremos permanecer ahí. Esto nos lleva a estar por horas en nuestro celular, distraídamente, sin saber a ciencia cierta, qué es lo que estamos consumiendo.
Y es que, para qué quiero leer, si TikTok o YouTube, me explican el mundo en videos cortos y sencillos. A esto le agregamos los famosos “memes”, que en México somos expertos; las noticias falsas, notas reales, en fin, toneladas de basura digital, creadas en su mayoría por IA.
Claro que depende mucho de la persona, decidir qué consume y qué no. Sin embargo, los daños cognitivos a la larga, en gran o en menor medida, serán cada vez más pronunciados, sobre todo en las clases sociales donde los ingresos no alcanzan ni para lo indispensable.
Algunas investigaciones indican que los niños que pasan más de dos horas al día de tiempo de pantalla recreativo tienen peor memoria de trabajo, agilidad de procesamiento, bajos niveles de atención, menores habilidades lingüísticas, etc.
Las élites, los grupos religiosos y conservadores estadounidenses, han adoptado límites para el uso de las tecnologías; teniendo como ética central la de una alfabetización de “grandes libros”.
Incluso figuras como Bill Gates y Evan Spiegel han hablado públicamente de limitar el uso de pantallas para sus hijos. Inclusive hay escuelas en las que los dispositivos móviles están prohibidos o sumamente restringidos.
Algunas personas limitan la estimulación digital (redes sociales y video juegos) en determinados momentos, como parte de una práctica de superación personal llamada: “Ayuno de dopamina”.
Pero ¿qué haremos cuando toda esta situación nos rebase? El problema se dará cuando, a medida que las nuevas generaciones lleguen a la edad adulta sin haber experimentado lo que es vivir sin celulares, más cerrada será la brecha cultural. Por una parte, una pequeña cantidad de grupos seguirá desarrollando intencionalmente la capacidad de concentración y razonamiento, mientras que una gran parte de la población será postalfabeta, claro, con todas las consecuencias que ello implica.
¿Qué nos depara el futuro? Lo que hemos estado viendo durante los últimos años, la humanidad se volverá menos racional, más visceral, desinteresada por hechos, datos precisos o incluso por registros históricos. Estará más abierta a lo irreal, lo fantasioso; que por aquello que demuestre argumentos sólidos.
Y como siempre, quien tenga la información, tendrá el poder. Aquellos que puedan acceder a ella, se beneficiarán de quienes no tendrán la capacidad de cuestionar lo que se dice. La clase política, o los gobernantes en turno, poco a poco se irán adaptando al declive de la capacidad racional. Una ciudadanía caprichosa y sumamente fácil de manipular.
Este mundo postalfabetizado favorecerá a los demagogos, quienes saben cambiar entre un lenguaje político de las grandes élites y un lenguaje populista de los memes y la clase media, que para nada favorecerá a quienes tienen poco dinero y poco poder político.
Es alarmante lo que estamos la situación que estamos viviendo y que, al parecer, no hay manera de revertir. Si en tus posibilidades está, aprovecha la gran oportunidad que tienes de sumergirte en el mundo de la lectura, esto más que un hobbie, es una decisión que marcará el resto de tu vida.
Y para qué son las alas, sino más que para volar...
