Como estudiantes en los 60’s leíamos los debates en la Cámara de Diputados, del Partido Revolucionario Institucional PRI, Partido Acción Nacional PAN, Partido Popular Socialista PPS y Partido Auténtico de la Revolución Mexicana PARM, representados por Alfonso Martínez Domínguez, Adolfo Christlieb Ibarrola, Vicente Lombardo Toledano y Juan Barragán Rodríguez, respectivamente.
Otros que también sobresalieron fueron Andrés Henestrosa, Alejandro Carrillo, Jorge Cruickshank García, Enrique Ramírez y Ramírez, Jorge de la Vega Domínguez, Augusto Gómez Villanueva, Salvador Rosas Magallón, los coahuilenses Alfonso Reyes Aguilera y Mauro Berrueto Ramón, Felipe Gómez Mont (con quien este escribidor colaboró en su despacho), Juan Landerreche Obregón, Juan Moisés Calleja García, Vicente Fuentes Díaz, Miguel Osorio Marban, Luis Dantón Rodríguez, Francisco Pérez Ríos, Mario Colín Sánchez, entre otros.
Ellos, junto con los senadores, integraron la XLVI Legislatura (1964-1967), la primera en la historia que tuvo diputados de partido, ahora conocidos como plurinominales, teniendo 20 el PAN, 10 el PPS y 5 el PARM; y 175 del PRI; por lo que la “aplanadora” estaba a todo lo que daba; pues si bien es cierto que la discusión de la mayoría de las iniciativas de ley las ganaban los de la oposición con talentos políticos como Vicente Lombardo Tolenado, Adolfo Christlieb Ibarrola, Felipe Gómez Mont, Salvador Rosas Magallón, Jorge Cruickshank García y otros; perdían las votaciones por la aplastante mayoría priísta.
Jamás en esas discusiones se trajeron conductas de la vida privada de esos brillantes legisladores; nunca se habló de viajes al extranjero, de residencias multimillonarias, de zapatos de cerca de veinte mil pesos, de joyas millonarias, de vida de sibaritas, de ostentosos trajes, de millonarios vehículos, y en una palabra jamás se faltaron al respeto; pues podrían estar en contra unos y otros pero solo en ideas, en pensamientos, en ideología, principalmente entre los representantes del PAN y del PPS; estando el PRI como una especie de árbitro entre la derecha y la izquierda, beneficiándose de ambos.
Ahora vemos con tristeza que los debates en el Senado y en la Cámara de Diputados, son chismes de vecindad, injurias, calumnias, insultos; en lugar de proponer soluciones a la inseguridad pública, a la galopante carestía de la vida y a los grandes problemas nacionales.
Como representados les exigimos a nuestros representantes populares que eleven el nivel político de las discusiones en el Congreso de la Unión y se pongan a trabajar para hacer lo que les mandatamos.