AUTOR: JOSÉ GERD
PAÍS: MÉXICO
Los caminos que he recorrido,
marcan el rumbo dibujado
por las huellas de mis pasos,
por la sed de mis anhelos.
En la quietud del día,
el peso de mi cántaro me recuerda,
la sabiduría de lo simple,
la belleza de lo cotidiano.
Está lleno de agua mi cántaro
de sinsabores descalzos,
de reflejos de un cielo obstinado,
queriendo honrar la vida en su esencia.
Conoce la fuerza de la tierra
y el brillo de la tarde,
plasmando la poesía
del viento en su canto.
Agua clara, que fluye en la memoria de historias
que se cuentan,
en círculos de vida compartida.
El canto de un pájaro cercano,
acuna la calma del momento,
y en cada trino que resuena,
hay un universo esperando.
Cántaro lleno,
donde la sed encuentra consuelo,
y la esperanza se enciende,
más allá de la mirada distante.
Los días pasan, como sonidos en el campo,
mientras la luna y su luz plateada,
observa las almas que recorren la noche.
Susurran secretos
las olas del mar,
a quienes buscan el camino,
y el cántaro lleno,
se arropa en la bruma de la vida.
El agua en su interior,
refleja el movimiento de su poesía,
cada burbuja un latido,
cada reflejo una historia.
Está lleno de agua mi cántaro,
danzan dentro de el
las nubes y las amapolas,
celebrando a plenitud
la conexión con el ser.
Brotan sueños,
que entre dormidos
se entrelazan,
cantando bajo la sombra
y las semillas del mañana.
En la coreografía del tiempo,
mi cántaro viaja sin remordimientos,
cargado de ilusiones,
y una historia,
cargada de verdad.
Cada gota es un regalo,
y al rugir el cántaro
brindo por lo que vendrá,
cada sorbo es un latido
una llamada a lo esencial,
en la sinfonía de lo eterno,
mi cántaro, sin punto final...