http://enfoqueanaliticosct.blogspot.com
Primero lo hizo Fox, recordando aquél 2 de julio del año 2000 en que el PRI fue derrotado por primera vez luego de más de 70 años ininterrumpidos de gobierno presidencial, pues si bien es cierto en 1997 el tricolor perdió la mayoría en el congreso, el sabor a democracia se dio en el año 2000 cuando el PAN le arrebata la presidencia al PRI. Desde luego que las implicaciones de lo sucedido fue una buena dosis de antidemocracia interna priista lo que llevó a Fox a ganar las elecciones, no obstante, lo cierto es que es una fecha que verdaderamente se considera un parteaguas en nuestra democracia electoral, pues sería el inicio de 12 años de gobiernos panistas que también serían conocidos como la docena trágica por el inicio de la violencia generalizada en el país. Aún y a pesar de los resultados de dichos gobiernos, lo importante de esta reflexión es que el cambio institucional comenzó a tomar forma y la idea del partido hegemónico invencible comenzaba a desmoronarse. La dictadura perfecta que nació luego del Maximato llegaba a su fin. Así mismo, en otras latitudes, el senador Gerardo Fernández Noroña celebrara igualmente el triunfo de Andrés Manuel López Obrador el primero de julio de 2018, y al igual que el caso anterior, dicha elección también tiene su significado especial, pues por vez primera en la historia la izquierda mexicana llegaba al gobierno presidencial bajo las siglas del partido morena. La izquierda, a diferencia del PAN, arrastraba ya una serie de afrentas y agravios en materia de robo electoral, pues en la elección de 1988, con la famosa caída del sistema y en 2006 con la invalidación de más de 11 mil actas de escrutinio y cómputo la izquierda fue despojada de triunfos legítimos por el PRI y el PAN, respectivamente; pero alejémonos también de las implicaciones y detalles de dichos procesos y centrémonos en la importancia de ese día en que también queda en nuestra historia electoral el sabor a democracia, un poco más delicioso que el 2000, porque como ya se mencionó, existían agravios previos. En ambos casos el enemigo a vencer era un sistema enquistado y anquilosado que oprimía y cerraba espacios, y al final quedó claro que nuestra democracia comenzaba a madurar, que el voto, a pesar de tantas denuncias, comenzaba a respetarse y, sobre todo, que el pueblo parece ya tener la “sabiduría” para castigar malos gobiernos. Por supuesto que no es que julio tenga algo en especial para la democracia, sino que el calendario electoral por mandato constitucional estipula el primer domingo de julio como fecha para el llamado a las urnas cada seis años para elegir presidente, pero en sí los años 2000 y 2018 tiene su importancia, significancia y trascendencia para nuestra incipiente democracia electoral, y que nos deja claro que la voluntad del pueblo se respeta, tenga razón o no la mayoría a la hora de decidir.