Ante tantas noticias catastrofistas, que nos bombardean desde el amanecer hasta el anochecer, todos los días, un tema con el que todos y todas estamos de acuerdo y nos hace felices y nos estimula para vivir con optimismo, es el de la Madre; valiendo la pena traer a la memoria pensamientos de grandes hombres que se refirieron a ese tema.
El maestro Andrés Serra Rojas, en su discurso con motivo de la colocación de la primera piedra del Monumento a la Madre, que se erigió a iniciativa del Periódico Excélsior, en la Ciudad de México, cuestionaba sobre qué era una madre, contestando que un distinguido escritor dijo: “Una madre es una cosa que el niño ama y el hombre olvida. “Un amor hecho a prueba de toda clase de dolores y de todo género de ingratitudes”.
Una madre es “Un corazón que no se cansa nunca de sufrir”. “Una alma que no deja ningún momento de querer”. “El amor de la madre es una inmensidad donde el mismo corazón de la mujer se pierde. Así como Dios ha puesto en el alma del hombre una chispa de su inteligencia, de la misma manera ha puesto en el corazón de la madre un relámpago de su amor”.
Hasta allí el elocuente discurso de quien nos dio clases en la UNAM, y que recordamos con mucho cariño y gratitud por sus sabias e inolvidables enseñanzas, que a 56 años nos siguen guiando en nuestra vida y en nuestra profesión.
Pues bien, los que no tenemos la dicha de tener a nuestras madres, cuánto no daríamos con verlas u oírlas vivas, este 10 de mayo, para demostrarles nuestro amor con un telefonazo, un WhatsApp, una video llamada, un beso, un abrazo, una flor, una sonrisa, una caricia, un regalo y cualquier otro gesto, en agradecimiento por habernos dado la vida aún a costa de la de ella, por querernos antes de conocernos, por anteponer nuestras vidas a la de ellas, por habernos proporcionado todas las atenciones necesarias desde que nacimos y durante toda nuestra vida hasta ser lo que somos hoy y seremos siempre.
En México, gracias al periodista Rafael Alducin, director del diario “Excélsior”, en 1922, el gobierno decretó el 10 de mayo como Día de la Madre; y desde entonces los mexicanos lo celebramos con mucho amor como uno de los días más importantes del calendario porque festejamos nada más y nada menos a quien nos trajo al mundo en un acto divino, que es el milagro de la vida; y por lo cual la debemos de querer con todo nuestro amor, viva o muerta.