El ejercer la maldad nos puede conducir a que los demás nos vean como un muestreo, aunque si no nos importa lo que otros digan de uno, podemos seguir hasta que ya no haya un retorno.
Quizás, es muy fácil reconocer a una persona bondadosa o buena por sus actos, pero que pasaría sí una persona buena realiza malas acciones; tal vez, no la catalogarían por alguien perverso.
La mentira ocasional empieza a retarnos y da el primer paso hacia la maldad, después, ya no tendrá esa persona a Dios en el corazón, se habrá eliminado la bondad de su vida.
La pregunta que les hago es que si Dios cuando hizo al ser humano nos hace puros y buenos… ¿Por qué los seres humanos preferimos la maldad?
Quizás, es culpa de los padres o, como dije, son las situaciones que se nos presentan las que nos cambian a ser malas personas, pero, digo yo: ¿por qué culpar a los padres de lo vaya a hacer el hijo con su vida?
A veces, el mal comienza con una pequeña decisión: qué pasa o va a pasar pero que se va a convertir en un ejercicio habitual, así es la maldad, puedes estar uno atrapado en la maldad y no salir nunca.
¿Tú qué prefieres? Quedarte en la oscuridad o estar en la luz siempre. Dios todo el tiempo nos espera a que regresemos a él.